Soy viuda. Me mataron a mi esposo y tenía miedo que les pasará algo a mis hijos. Tengo tres varoncitos, 13, 4 y 2. Vi sobre la caravana en la televisión y cuando pasaron por mi pueblo me uní a ella. Yo ya pensaba venirme con mis hijos. Me sentí más segura con la caravana.
Me fui muy difícil. Cargue a mi niño de dos años casi todo el camino. Ya no podía y hasta calentura me daba por las noches. Caminábamos 8 o 9 horas. Mis zapatos se rompieron, me salieron ampollas en los pies. Mis niños de 13 y 4 años tuvieron que caminar también.
Muchas mujeres y niños murieron en el camino. Pero los periódicos no publicaron nada. Yo buscaba en el periódico a ver si mencionaban algo, pero nunca vi una nota sobre eso.
La gente de México nos ha tratado bien. Excepto aquí y Sinaloa. Cuando pasamos por Sinaloa no nos dejaron bajar del camión. Solo el camión se paraba para que fuéramos al baño y luego nos subían de regreso al camión. Nos dijeron que por nuestra seguridad.
Luego aquí en Tijuana la gente nos ha apedrado. Una noche en el campo Benito Juárez dispararon a las carpas donde estábamos. Fue como a las dos de la mañana metimos a todos los niños en las carpas y tapamos con cobijas para que no entraran las balas. Creo que murieron dos señoras.
Aplique por la visa y me dieron un número cerca del mil. Me dijeron que se va ha tardar dos o tres meses para que me den una cita.
Le quiero decir al pueblo de Estados Unidos que no nos tengan miedo, que no somos criminales o terroristas como dice el Sr. Trump. Nosotros solo queremos trabajar, no es cierto lo que dice el Sr. Trump que venimos a que nos mantengan.
Edición especial conjunta del Tribuno del Pueblo y el People’s Tribune
De los editores
Corresponsales de Tribuno del Pueblo y People’s Tribune, Margarito Díaz, María Elena Martínez y Laura García, fueron a la frontera de Estados Unidos y México en San Ysidro-Tijuana para obtener para nuestros lectores las voces de los migrantes de la caravan que salió de América Central en octubre pasado y lleg’o Tijuana, México en diciembre.
La combinación tóxica de las políticas económicas y políticas corporativas de los Estados Unidos, la violencia de los carteles, la destrucción de sus cultivos debido al cambio climático y la corrupción de su propio gobierno está obligando a miles de trabajadores a abandonar Honduras, El Salvador y Guatemala.
Hemos reunido las historias de los migrantes y de los primeros socorristas en la batalla contra el muro y por los derechos humanos en este número especial. Agradecemos a todos los que compartieron sus historias, su tiempo, generosidad e inspiración.
Nuestra responsabilidad como activistas basados en la fé, trabajadores y guerreros de derechos humanos es hacer todo lo que esté a nuestro alcance para asegurarnos de que nuestro gobierno respete los derechos humanos de los migrantes. Nuestra responsabilidad como seres humanos es darle la bienvenida a nuestras hermanas y hermanos, tal como lo hicieron otros antes que nosotros.
Ningún ser humano es ilegal.