La desmilitarización de nuestras comunidades – Reflexionando sobre los 20 años del TLCAN

En las últimas dos décadas (1994 – 2014) se ha desarrollado una crisis de los derechos humanos a lo largo de la frontera de los Estados Unidos – México, sin la absoluta indignación pública en general, y mucho menos de los funcionarios responsables de las políticas públicas. Miles mueren en el intento de cruzar a los Estados Unidos, muchos siguen desconocidos, ya que sus restos son irreconocibles.

Los defensores de los derechos humanos comenzaron a rastrear las muertes en octubre de 1994, cuando los EE.UU. implementó una serie de operaciones destinadas a impulsar el flujo migratorio desde las zonas urbanas a las zonas rurales, donde la dureza del terreno serviría como un disuasivo natural.

En California, la Operación Guardián fue implementada cuando las políticas de libre comercio, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), reconfiguraron las economías locales y fueron integradas las economías de México, Estados Unidos y Canadá.

Veinte años después del TLCAN, millones de mexicanos han emprendido el peligroso viaje de cruzar la frontera a los EE.UU. Los EE.UU. ha convertido a la frontera en una zona militarizada, encarcelando a cientos de miles de personas, y deportando a un número récord.

Según los proponentes del TLC, se suponía que el acuerdo iba a promover la prosperidad y reducir la presión migratoria. Pero un informe de 2008, La Promesa y Realidad del TLCAN de la Fundación Carnegie por la Paz Internacional concluyó todo lo contrario. Este informe encontró que aunque medio millón de empleos fueron creados en la manufactura en México entre 1994 a 2002, tres veces más trabajos de la granja fueron destruyeron. Los salarios mexicanos disminuyeron durante el mismo período. Esto hizo inevitable la migración .

Para muchos, la reforma inmigratoria ha sido prioridad, ya que se busca aliviar el sufrimiento de los inmigrantes y con ello afirmar que los inmigrantes tienen derechos. Pero también deberiamos enfrentar a las causas fundamentales de la migración. Debemos poner fin a la migración forzada y hacer hincapié en el desarrollo sostenible.

El TLCAN empezó una carrera hacia abajo, economicamente en la sociedad civil. Esto requerio la militarización de la frontera proveyendo ganancias a las empresas que se benefician del arreglo económico. La frontera por mucho tiempo ha sido un laboratorio de experimentación para las estrategias de enforzamiento. Junto con abogar por políticas migratorias humanas debemos  acoger una visión que da prioridad a la desmilitarización de nuestras comunidades, que estimula la economía sostenible y que respete la dignidad básica de todos en nuestra sociedad.

Pedro Ríos es el coordinador del Programa de la Frontera México-Estados Unidos de la oficina del Comité de Servicio de los Amigos (AFSC) de San Diego, California.

RELATED ARICLES