La unidad es nuestra única arma en la lucha por conseguir el agua limpia y segura, alimentar y proveer vivienda a nuestras familias y proteger nuestros derechos democráticos.
El desempleo en Texas es el más bajo en décadas y uno de los más bajos en los Estados Unidos. Uno de los sectores de más rápido crecimiento de la economía es la industria del petróleo y el gas.
El exceso de petróleo y gas no ha detenido a las corporaciones globales de la perforación porque requiere menos mano de obra para cavar para obtener estos recursos que hace 20 años.
El auge del petróleo y el fracking en el sur y el centro de Texas se ha trasladado al área de Midland-Odessa en el oeste de Texas. Allí, el agua vale tanto como el petróleo porque se necesitan miles de millones de galones de agua para obtener el oro negro.
Ahora los granjeros del oeste de Texas lideran la lucha por el agua limpia contra las grandes corporaciones petroleras.
En las últimas navidades, en todo Texas, miles o quizá millones de niños hicieron fila para recibir regalos. La pregunta es, si hay tanta prosperidad en Texas, ¿por qué hay líneas tan largas? La respuesta es simple. Sus padres no pueden darse el lujo de darles ninguno.
El sur de Texas lidera al estado en la pobreza, más de lo que lo hizo en la década de 1960. ¿Cuál es la diferencia entre entonces y ahora? La respuesta está en el modo de producción. Hoy se necesita menos mano de obra humana para crear un producto debido a las computadoras y los robots.
En consecuencia, hay una mayor abundancia de productos, pero pocas personas pueden pagarlos, porque aunque tengan trabajo porque sus salarios son muy bajos.
De la mano con la creciente pobreza, está el ataque a nuestra democracia. La clase dominante promulga leyes para controlar y reprimir la insatisfacción de los trabajadores con sus condiciones de vida.
Estas nuevas leyes eliminan los derechos democráticos muy reñidos. Por razones históricas en Texas, este asalto a los derechos de los trabajadores toma la forma de atacar primero a los inmigrantes indocumentados, aislar y criminalizar a este grupo, y luego atacar a todos los tejanos.
Este es el caso de SB-4, el proyecto de ley anti-santuario y “muéstrenme sus documentos”. El pasado 7 de mayo, el gobernador de Texas, Gregg Abbott lo aprobó.
Aunque fue bloqueado por los tribunales, las autoridades estatales están aplicando el SB-4 de todos modos. La policía local y los policías estatales detienen a los conductores que “parecen indocumentados” y les piden sus papeles. Si no los tienen, el oficial llama a ICE. SB-4 no ha generado nada más que miedo.
El subdirector de ICE, Thomas D. Homan, se opone a las ciudades santuario. “Es hora de comenzar a arrestar a estos funcionarios electos, ponerlos en la cárcel y procesarlos”. Según SB-4, un funcionario electo que no cumpla con la ley de Texas será procesado y destituido de su cargo.
El alcalde de Dallas, Mike Rawlings, calificó los comentarios de Homan de inconcebibles y antiestadounidenses. No podríamos estar más de acuerdo. Parece que estamos en una pelea. Leyes como SB-4 sólo nos dividen.
La unidad es nuestra única arma en la lucha por el agua limpia y segura, los medios para alimentar y vestir a nuestras familias y por nuestros derechos democráticos, los cuales están en peligro con SB-4.