Por difícil que parezca, estamos presenciando los dolores de parto de una nueva sociedad.
Nadie puede negar que estamos viviendo tiempos de cambio trascendental y tumultuoso. Todo lo que hemos conocido y amado acerca de América parece estar volteado al revés.
Los derechos democráticos son pisoteados. Los derechos de las mujeres y de las minorías están amenazados. El medio ambiente y la salud de nuestros niños están siendo envenenados. Nuestros jóvenes siguen siendo asesinados por la policía militarizada.
Nos enfrentamos a la verdadera amenaza de guerras de comercio y de lanzamiento a guerras, incluso con las naciones que han sido amistosas en el pasado. Las familias de inmigrantes, incluidas las minorías religiosas, están siendo amenazadas con la separación y la deportación al por mayor.
Es como si el dicho sobre la Estatua de la Libertad – “Dame tus cansados, tus pobres, tus masas apiñadas que anhelan respirar libremente” – ya no existiera.
Por difícil que parezca, estamos presenciando los dolores de parto de una nueva sociedad. Así como la noche parece más oscura antes del amanecer, las fuerzas de reacción ahora parecen insuperables. Sin embargo, somos muchos y los enemigos son pocos.
Como dijo el revolucionario americano Thomas Paine cuando la nueva nación enfrentó a otro tirano de otra época: “Estos son los tiempos que esfuerzan las almas de los hombres (y mujeres)”.
Se trata de la visión y mantener los ojos en el premio. Podemos aceptar la visión de Trump de hacer a los EE.UU. “grande nuevamente”, un EE.UU. de profundas desigualdades y explotación, con privilegios para unos pocos selectos- o podemos avanzar hacia una sociedad cooperativa de la abundancia para todos. Eso es lo que hace posible la nueva producción por robótica y electrónica.
Debemos sentir orgullo por las marchas masivas y casi diarias, las manifestaciones en el aeropuerto, los movimientos de los santuarios, el monitoreo de las incursiones del ICE, y muchas otras acciones que eclipsan y superan en número la presente inauguración presidencial.
Pequeñas victorias ya están ocurriendo. El liderazgo tradicional que ha frenado el movimiento independiente por parte de la gente trabajadora está siendo escalonado y gradualmente descartado.
Sin embargo, lo que es más importante para el futuro de nuestro país y de las generaciones futuras es que se está desarrollando un sentido de clase entre los participantes. Esta unidad debe ser activamente alimentada y forjada.
Muy pronto, los que creyeron las mentiras de Trump verán que él y la clase corporativa que él representa son enemigos de ellos también.
Todos somos parte de la misma clase. Ahora necesitamos nuestro propio partido independiente que represente nuestros propios intereses de clase independientes, no a los partidos existentes que nos abandonan, nos dividen y nos lanzan los unos contra otros. Podemos construir el tipo de partido que necesitamos nosotros mismos.