Hay momentos en nuestras vidas que cambian quienes somos y que a su vez nos obligan a cuestionar nuestras creencias y nos hacen evolucionar en nuestras perspectivas hacia el mundo. La desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa ha causado precisamente eso, un cambio radical en nuestra sociedad.
Como muchos otros movimientos sociales, nunca se sabe cual será la gota que derrame el vaso y la situación actual en México es el producto de un terrorismo de estado que no conoce los limites. En este momento histórico nuestra llama ha sido encendida por los hijos humildes de campesinos y provenientes de algunas de las poblaciones más aisladas y opresivas del mundo.
Estos jóvenes idealistas que sólo soñaban con ser maestros, nos han forzado a ver a través del espejo y nos han revelado la dolorosa realidad de toda la injusticia y todos los horrores que se viven en México. Esta tragedia ha convertido a los 43 normalistas en nuestros maestros de conciencia, los cuales han plantado las semilla de solidaridad, lucha y resistencia en nuestras vidas.
Han pasado ya más de 4 meses desde que desaparecieron los normalistas y la “verdad histórica” dada a conocer por la produraduría de México solo ha servido para convencer a la población mexicana de la incapacidad del presidente mexicano de comprender lo inmensidad de la herida que desangra el alma del pueblo mexicano. La investigacion llevada a cabo por la Procuraduría General de la República está llena de inconsistencias y es basada en evidencia que no se considera contundente. Lo que es más, la versión de la PGR ha sido refutada por academicos, activistas y periodistas. Es mediante este circo de injusticia que nos encontramos en la encrucijada de un Estado que abierta y descaradamente miente y traiciona a sus propios ciudadanos.
Mucha gente pregunta, ¿Por qué me debería de importar Ayotzinapa? La verdad es que no hay respuesta fácil, pero resuenan las palabras del gran maestro de pedagogía crítica Paolo Freire el cual decia que no se puede deshumanizar a otro ser humano sin deshumanizarse a uno mismo. Cada vez que uno ignora una injusticia, no importa lo pequeña que parezca, estamos aceptando que la injusticia haga un nido en el alma de la humanidad. Cada vez que dejamos que alguien sea desaparecido, asesinado o deshumanizado, perdemos parte de nuestra humanidad.
La lucha por Ayotzinapa pone en tela de juicio al mundo y nuestra respuesta a este momento historico determinará lo que la historia dira de nosotros.
Ayotzinapa nos ha despertado y a su vez también ha activado redes de solidaridad internacionales que nos han unido a pesar de la geografía y de las aparentes diferencias.
En solo más de un mes, la Caravana con los padres de los desaparecidos llegará a Chicago, y aquí la estaremos esperando para escuchar sus historias de amor, sufrimiento y lucha por cada uno de sus hijos, juntos nos uniremos a su grito: ¡Vivos se los llevaron, Vivos los queremos!