Activistas indocumentados que se ponen en riesgo merecen reconocimiento
El 20 de noviembre el Presidente Barack Obama emitió una acción ejecutiva en material de inmigración, pausando la amenaza de deportación para millones de inmigrantes, incluyendo a algunos miembros de mi comunidad indocumentada. En las semanas pasadas he estado leyendo bastante sobre a quién le debemos de agradecer por la acción de Obama.
Me he dado cuenta que la mayoría de esos que escriben o hablan sobre inmigración en los medios no son activistas ni siquiera inmigrantes, mucho menos indocumentados. Escribo para contar la historia que conozco, como activista, como inmigrantes indocumentada y como una madre llena de orgullo.
Este país ha sido mi hogar por los últimos 22 años — las últimas dos décadas en la ciudad de Seattle. Cuando mi hija nació hace 17 años, me prometí a mi misma que ella no se enfrentaría al racismo e intolerancia que muchos inmigrantes enfrentamos. Para cuando ella tenía 3 años, ya estábamos yendo a talleres de Conozca Sus Derechos, marchas del 1ero de mayo, demostraciones contra la primera guerra contra Irak y capacitaciones sobre inmigración. Quería aprender sobre mis derechos, conectar con otros miembros de la comunidad indocumentada y comenzar a crear una coalición que exigiera que se nos trate como seres humanos
Primero me uní a grupos pidiendo una reforma migratoria en los principios de los años 2000, pero justo después del 9/11, supe que seriamos los chivos expiatorios simplemente por ser inmigrantes. La creación del departamento de seguridad de la patria (Department of Homeland Security, DHS por sus siglas en inglés) trajo al noroeste un centro de detención de ICE (Immigration and Customs Enforcement, ICE por sus siglas en inglés) en la ciudad de Tacoma en el 2004. Abogados y grupos pro-inmigrantes nos decían que los indocumentados no fuéramos ni nos acercáramos a esa cárcel. Y nunca revelar nuestras identidades. Así que nos mantuvimos alejados de ese lugar y mantuvimos nuestras identidades escondidas. Pero comencé a organizar en contra de ese lugar sin poner un pie cerca de ahí.
Para el año 2006 el movimiento por los derechos de los inmigrantes creció y atrajo millones de personas, y logramos derrotar la infame propuesta de ley del Representante Jim Sensenbrenner que pedía más mano dura de la migra en la frontera y en el interior, y la criminalización de Iglesias y grupos comunitarios que ayudaran a inmigrantes indocumentados. Propuestas similares sobre reforma migratoria fueron presentados y se enfrentaron a propuestas en el 2007 y el 2009.
Negociando nuestro futuro
Durante todos esos años aprendí como los políticos secuestraron nuestro movimiento por la reforma. Y más importante, aprendí como las organizaciones pro-inmigrantes grandes, con financiamiento como Center for Community Change ya estaban negociando nuestro futuro. La gota que derramó el vaso ocurrió en el 2010, cuando el Senador Charles Schumer, D-N.Y., anunció un marco de trabajo para una propuesta de ley que esencialmente pedía que los inmigrantes admitieran ser criminales a cambio de una green card. Entendí que los políticos no son los que empujan ni lideran campañas pero que deben responder a ellas. Hicimos un llamado donde activistas se reunieran y comenzamos una campaña alternativa a las negociaciones sobre nuestro futuro a puertas cerradas. Era tiempo que construyéramos una estrategia de abajo hacia arriba en vez de una liderada por los expertos en Washington.
Maru Mora Villalpando es una organizadora y consultante comunitaria bilingüe y analista política quien tiene más de 10 años de experiencia laborando pot los derechos de los inmigrantes y por justicia racial. Ella es la fundadora de Latino Advocacy Inc. Este artículo fue imprimido originalmente en Al Jaazera America