El día de las elecciones, Eduardo Martínez y sus amigos y partidarios vencieron a Chevron 5 a 0 en lo que representó una importante prueba del poder de nosotros el pueblo en contra de una oligarquía estadounidense cada vez más expuesta. Y pudieron ser electos en el Concejo Municipal de Richmond (California), donde ahora son una abrumadora mayoría.
Y lograron este triunfo a pesar de que Chevron gastó más de $3,1 millones en una campaña que respaldó a sus propios candidatos —quizás la cifra más cuantiosa a la fecha con la que una corporación ha contribuido a una campaña municipal.
Martínez fue uno de los candidatos de base por parte de la Alianza Progresista de Richmond (RPA, por sus siglas en inglés), un grupo de voluntarios que durante la última década ha hecho un llamado para que Chevron actúe conforme a las reglas.
La RPA y sus aliados, SEIU y ACCE (Alianza de Californianos para el Empoderamiento Comunitario) hicieron campaña en toda la ciudad para que la población acudiera a las urnas, y lograron que toda su lista resultara electa, además de su candidato a la alcaldía, más un aliado. Ahora sólo queda un partidario de Chevron en el Concejo.
Durante décadas, Chevron manejó la ciudad como un pueblo al servicio de esta empresa a través de un Concejo Municipal servil. Esto llegó a su fin cuando la RPA se organizó y logró que algunos de sus miembros resultaran electos. Después Gayle McLaughlin, miembro de la RPA y del Partido Verde, ganó las elecciones para la alcaldía en 2006 y el Concejo comenzó a transformar la ciudad.
Bajo el liderazgo de la Sra. McLaughlin, Richmond ha venido disputando legalmente a Chevron por el incendio de una refinería en 2012 que dejó como saldo a miles de residentes en el hospital. Asimismo, la ciudad está utilizando de forma pionera sus poderes para impugnar las hipotecas en manos de Wall Street, a fin de intentar que las personas puedan permanecer en sus hogares.
Con sus $3 millones, Chevron cubrió a toda la ciudad con carteleras publicitarias e inundó con volantes los buzones de la gente. Asimismo, la empresa compró tiempo de transmisión, contrató a personas para que hicieran campaña de puerta en puerta, y estableció una serie de comités falsos para su campaña. Al respecto, un ex miembro del Concejo Municipal explicó a la publicación Contra Costa Times que observar todo esto “era un poco aterrador”.
Era una exageración y la ciudad de Richmond estaba demasiado bien organizada para que esto funcionara. Eduardo Martínez aseveró al Times que “en varios lugares de votación, la gente me estrechaba la mano y ellos me decían que vieron cómo me habían atacado los enviados de Chevron, pero que contaba con su apoyo. Ellos llegaron a hastiarse de la basura”.
El pueblo unido…