El ICE y el Pentágono militarizan la policía

El ICE y el Pentágono militarizan la policía
A medida que el pueblo estadounidense sufre la matanza de su juventud por una policía militarizada, ellos están respondiendo en acciones que muestran que la clase y la raza están históricamente ligados en este país. En consecuencia dejaron escuchar su grito por justicia para Mihael Brown en Santa Rosa y Salinas, Calif., en Boulder, Colorado entre otras ciudades.
Fotos: Indybay.org; Jacob Crawford-We Copwatch, Chris Goodwin; Desrow-Visuals

 

 

Se exhorta a los agentes policiales a que consideren que “nosotros el pueblo” somos sus enemigos

Si bien las vigorosas protestas de la gente por el asesinato de Michael Brown, de 18 años de edad, sorprendieron a algunos, lo que más nos perturba es que la policía de Ferguson, Missouri—un pequeño pueblo de 20.000 habitantes en las afueras de Saint Louis—tenía vehículos y armamento pesado de guerra y sus agentes no dudaron en apuntar con sus armas a los ciudadanos estadounidenses.

Tras años de abusos por parte de la policía, el 9 de agosto del 2014, la gente se lanzó a las calles en señal de protesta por el asesinato de un hombre afroamericano desarmado, quien ingresaría a la universidad a la semana siguiente. De forma repentina, vehículos blindados y agentes policiales con equipo y uniformes de combate confrontaron a la población. Los informes noticiosos y televisivos revelaron imágenes que la gente en los Estados Unidos no había visto con anterioridad dentro de los confines de su propio país.

De repente, algo que antes había sido un hecho encubierto en los este país—la militarización de la policía—se transformó en el centro de atención de los medios de comunicación. A medida que el Departamento de Estado de los Estados Unidos se retira de Irak y de Afganistán, se están trayendo de regreso al país armas y vehículos de guerra, y se ponen a disposición de la policía, con frecuencia a través del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés).

El DHS es el ente que supervisa las fuerzas paramilitares del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) para acorralar a los inmigrantes indocumentados dentro del país.

En la obra que escribió en el 2013 bajo el título de “Rise of the Warrior Cop” (“El ascenso del policía guerrero”), Radley Balko señaló lo siguiente: “Actualmente, la policía podría estar más militarizada que el propio ejército.” En efecto, mientras fue alcalde de Nueva York, el multimillonario Michael Bloomberg se jactaba de lo siguiente: “Tengo mi propio ejército en el Departamento de Policía de Nueva York (NYPD)—el sétimo ejército más grande del mundo.”

Y la transferencia de armas a la policía no se ha limitado a las grandes ciudades. En Palm Springs, California, el diario The Desert Sun informó que “el programa federal que envió armas sacadas fuera de servicio a la policía de Ferguson, Missouri, también armó a los cuerpos policiales a lo largo del Valle de Coachella.”

The Desert Sun también aseveró que “durante unas dos décadas, el Programa Federal sobre Exceso de Propiedad (también conocido como Programa 1033) ha transferido al menos un vehículo blindado y dos helicópteros, al igual que cientos de rifles, lanza gases y cascos a los auxiliares del alguacil y a la policía en Cathedral City y Palm Springs.”

Aunque el Valle de Coachella se extiende al norte del Desierto de Sonora, el riego lo ha transformado en una zona agrícola de importancia. Al igual que Ferguson, esta no es un área en la que se esperaría que la policía esté armada como si fuera a la guerra.

En un estudio de junio del 2014 titulado “War Comes Home: The Excessive Militarization of American Policing” (La guerra regresa a casa: La militarización excesiva de la policía en los Estados Unidos), la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) informó que el Departamento de Policía del condado de Maricopa, Arizona—encabezado por el infame alguacil Joe Arpaio—“tiene una ametralladora calibre .50 que dispara balas lo suficientemente poderosas para acribillar a los edificios de varias cuadras de la ciudad.”

El estudio señala que “eso no es todo. El Departamento de Policía ha acumulado un total combinado de 120 rifles de asalto, cinco vehículos blindados y diez helicópteros. Este arsenal se adquirió principalmente a través del Programa 1033 del Departamento de Defensa, el cual transfiere de forma gratuita arsenales de uso militar a la policía estatal y local.”

Como siempre, la excusa que le dan al pueblo estadounidense para todo este arsenal es la necesidad de proteger las fronteras del país contra los inmigrantes, pero ahora estas armas se apuntan contra ciudadanos estadounidenses. El informe también explica que “para la ACLU, el hecho de armar a las comunidades fronterizas para librar batallas es un serio motivo de intranquilidad, de preocupación por los derechos civiles de todos.”

Cuando el Departamento de Defensa y de Seguridad Nacional suministran equipo de guerra a la policía, se les exhorta a que vean al pueblo—al cual solían “proteger y servir”—como un oponente que deben contener o matar. De hecho, las Fuerzas Especiales de los Estados Unidos—un grupo de ataque que va en busca de sus adversarios y los destruye—ha adiestrado a algunos agentes policiales para que puedan emplear su nuevo arsenal.

Y con la creciente desafección que surge a medida que empeora la economía, nosotros el pueblo nos hemos transformado en el nuevo enemigo.

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