¿Por qué están viniendo los niños?

migrantes de Centro América
Jovén como este es parte de una multitud de migrantes de Centro América que arriesga sus vida al subirse a “La Bestia”. Este es un tren de carga que viene desde el sur de México hasta la frontera con Estados Unidos. | Encuentro entre un migrante sobre la Bestia y la policía mexicana.
FOTO: Irinero Arzate Mujica

 

Durante décadas, las corporaciones estadounidenses han fomentado la violencia y la opresión en sus países

¿Qué es lo que ha generado los cambios ocurridos en Guatemala, Honduras y El Salvador, los cuales han causado que una gran cantidad de niños de estos países vengan a los Estados Unidos sin siquiera viajar acompañados de algún adulto? Estos países son lugares naturalmente ricos y hermosos, en los cuales los lazos familiares son muy estrechos.

Pero aunque no han sido invadidos directamente, estos países comparten una historia de ataques por parte del gobierno de los Estados Unidos, bajo el control de la oligarquía. Los métodos empleados en contra de cada país han sido impresionantemente similares.

En El Salvador, para 1980 una dictadura militar estaba abatiendo al pueblo bajo condiciones de pobreza y violencia, mientras el gobierno de los Estados Unidos prestaba apoyo tanto a la dictadura como a su ejército.

Posteriormente, en febrero de 1980, el Arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero publicó una carta abierta dirigida al Presidente estadounidense de ese entonces, Jimmy Carter, suplicándole que suspendiera la ayuda militar al régimen de El Salvador. En marzo, el Arzobispo hizo un llamado a los soldados de este país para que desobedecieran cualquier orden girada para asesinar a la población civil. Al día siguiente, mientras celebraba misa, un escuadrón de la muerte adiestrado por las fuerzas militares de los capitalistas estadounidenses asesinó a Monseñor Romero.

En Guatemala, durante la primera mitad del Siglo XX, la empresa con sede en los Estados Unidos, United Fruit Company (actualmente Chiquita Brands), se apoderó de grandes extensiones de tierras y empleó a la población indígena a cambio de míseros salarios y bajo la complicidad del gobierno guatemalteco.

Entre 1944 y 1954, hubo levantamientos de los guatemaltecos, lo cual condujo a la instauración de un gobierno mediante elecciones democráticas. De esta forma, en 1952 se aprobó una ley de reforma agraria. En 1953, bajo la nueva legislación, se confiscaron 234.000 acres de terrenos sin cultivar que estaban en manos de United Fruit Company, la mayor propietaria de tierras del país. En 1954, una invasión paramilitar a cargo de la CIA derrocó al Presidente e instaló a un dictador militar.

Más recientemente, en junio del 2009, se quebrantó la democracia Hondureña cuando un golpe militar obligó al Presidente Manuel Zelaya a huir del país y a exiliarse. Para hacer menos difícil la toma del poder por parte de la junta, el gobierno de los Estados Unidos, controlado por las corporaciones, se rehusó a reconocer este cambio de gobierno como un “golpe”, prestó apoyo a los militares y evitó que se impusieran sanciones internacionales al país.

Los oligarcas estadounidenses han respaldado las “guerras civiles” de los gobiernos militares en cada uno de estos países. La peor masacre se produjo en Guatemala, donde una guerra civil financiada por los Estados Unidos entre 1960 y 1995 ocasionó la muerte de 200.000 personas, en su mayoría indígenas, por parte de los militares. En El Salvador, las fuerzas militares —también con el financiamiento de los Estados Unidos— asesinaron a más de 70.000 personas. Si bien Honduras no experimentó una guerra civil en todo el sentido de la palabra, durante los años 80, los Estados Unidos respaldó a las fuerzas contrarrevolucionarias que utilizaron el territorio hondureño como un lugar seguro desde donde lanzaron ataques contra el gobierno revolucionario de Nicaragua.

A los ataques de la oligarquía estadounidense a la democracia popular centroamericana le siguió la exportación de la cultura pandillera, originada en las cárceles de los Estados Unidos, hacia diversas ciudades centroamericanas. Una cantidad de jóvenes inmigrantes procedentes de Guatemala, Honduras y El Salvador, quienes estuvieron en las cárceles estadounidenses, descubrieron que la única forma de sobrevivir mientras estaban en prisión era integrándose a una pandilla.

En la década de los 90, después de cumplir su condena, se deportó a estos jóvenes a sus países de origen. Los ex reos se llevaron consigo la cultura pandillera y la propagaron en Guatemala, Honduras y El Salvador.

Además, el gobierno estadounidense organizó a los Zetas de México y les suministró armas, supuestamente con el fin de librar una guerra contra las drogas, pero también adiestró a sus miembros en “contrainsurgencia”. Los Zetas se separaron y se han apoderado de diversas zonas en México, Guatemala, Honduras y El Salvador, países en los que generan violencia y participan en el tráfico de drogas.

Asimismo, ideados por la oligarquía corporativa, los tratados de “libre comercio” NAFTA y CAFTA han arruinado las economías de estos tres países (véase el artículo, “El Tratado de Libre Comercio y otros tratados ínfames.” Pág 7).

Al considerar todo esto, la devastación de los países centroamericanos que ahora están enviando niños a los Estados Unidos fue ocasionada directamente por las acciones de aquellos que son inmensamente ricos en los Estados Unidos.

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