¿Ahora qué?

El 8 de febrero100,000 se unieron en protesta con el movimiento de Moral Monday
Carolina del Norte—El 8 de febrero100,000 se unieron en protesta con el movimiento de Moral Monday
Foto: Susan Melkisethian

 

Sin esperanzas para una reforma inmigratoria, la unidad de clase es indispensable

Con el término del año 2013 las esperanzas y aspiraciones de los 12 millones de indocumentados para la reforma inmigratoria, de cualquier tipo, hasta una mala reforma, han muerto. La mayoría de los estadounidenses encuestados están de acuerdo en que se debería aprobar una reforma inmigratoria con un mecanismo para la ciudadanía.  Sin embargo, el congreso se niega a actuar.

Algo no cuadra. Si la voluntad del pueblo es apoyar la reforma inmigratoria con un mecanismo para la ciudadanía ¿no debería el congreso acatar? ¿No es esto lo que nos han dicho, “un gobierno del pueblo, para el pueblo?”

No obstante no es lo que ocurre. El asunto de la reforma inmigratoria se ha convertido en juego de pimpón político entre demócratas y republicanos.  Ninguno de los dos partidos desea ni intenta aprobar una reforma si esto beneficiará a los miembros del otro partido. Los inmigrantes sin documentos se han convertido en el daño colateral en su supuesta rivalidad.

Cuando de hecho, el sistema estadounidense bipartidista esta controlado e influenciado por el un porciento—la clase capitalista y las corporaciones—los dos partidos pueden diferir en sus tácticas pero están unidos en su estrategia de mantener el poder político por sobre los trabajadores, el 99 porciento.

¿Ahora qué?

¿Se marcharan lo inmigrantes indocumentados? ¿Dejarán de venir? Los y las trabajadoras no emigran por gusto, sino por necesidad de trabajo y últimamente para escapar la violencia en sus países de origen, como México.

Sin esperanza de una reforma inmigratoria los inmigrantes se encuentran entre la espada y la pared.  Volver no es posible y por eso se quedan e intentan luchar por una vida mejor en los EE.UU. Se están uniendo a la lucha por los derechos humanos, junto a sus hermanos y hermanas estadounidenses que también han empezado a luchar por sus derechos económicos, humanos y democráticos.

Para las y los trabajadores, la unidad de clases es clave para triunfar en todas nuestras luchas, ya que luchamos por más que una simple lucha por trabajos y un sueldo decente.

Los computadores y los robots nos están reemplazando en las labores y los trabajos están en vías de desaparecer para todos los trabajadores, con y sin documentos. Se vuelve cada vez menos viable aceptar una economía en la cual unas pocas personas se han adueñado de las herramientas de producción y en la que los demás debemos trabajar para ellos y usar nuestros sueldos para pagar por lo que necesitemos.

Con los trabajos desapareciendo, estamos en una lucha por una nueva sociedad donde la gente controle las herramientas de producción de forma colectiva y en la que nosotros simplemente distribuyamos lo que necesita la gente. Estamos luchando para lograr un nuevo mundo sin pobreza, donde las necesidades de todos estén garantizadas.

Es por eso que la embrionaria pero creciente unidad de clases es una luz de esperanza en lo que parecería un futuro sombrío. Para que crezca y madure esta unidad, tiene que estar arraigada en y conducida según las necesidades de los que menos tienen.  Al fin y al cabo, la lucha es por un nuevo mundo sin pobreza, donde estén garantizadas las necesidades de todos.

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