Como la caja abierta de Pandora del cuento, el progreso inexorable de la tecnología robótica en los campos nos deja con un dilema.
¿Debemos tratar de parar o demorar la robotización, como intentaron algunos obreros en etapa temprana del desarrollo del capitalismo cuando destruyeron fábricas o maquinaria? ¿O está bien que se culpen y ataquen a obreros inmigrantes, tal como ha sucedido varias veces en la historia de los EE.UU. o de Europa? ¿O haremos algo completamente diferente?
Primeramente, hay que reconocer que la nueva tecnología que reemplaza al trabajador es introducida ya que cada capitalista es obligado hacerlo con tal de sobrevivir la competencia intensa contra otros capitalistas.
En el pasado, nueva tecnología que aumentaba la producción requería destreza para manejarla. Esto generalmente indicaba que una sector de trabajadores podría vivir mejor que los demás, por lo menos hasta que la competencia se emparejara. Esto llego a indicar que trabajadores en países más desarrollados tales como los EE.UU. podrían contar con sueldos de hasta diez veces más que los de países menos desarrollados tales como México.
La introducción de tecnología que reemplaza la mano de obra totalmente cambia las cosas. Ciudades industrializadas como Detroit han sido devastadas por esta nueva tecnología. Han desaparecido los empleos bien pagados con buenos beneficios. Hasta las pensiones de los trabajadores jubilados son atacadas.
Ahora, algo parecido sucede en el corazón de la agricultura de este país. El retraso del progreso en la reforma migratoria está relacionado a esto. El capitalismo no tiene a donde expanderse si no es en contra de nosotros. Ha penetrado todo rincón del mundo, y está eliminando la distinción entre la ciudad y el campo.
Estamos en el umbral de un nuevo mundo, simplemente si reconocemos la significancia de nuestro tiempo y actuamos conforme. Si la nueva tecnología se pone en nuestras manos, lograremos la actualización de esta posibilidad. Tomará una revolución en nuestro modo de pensar, y exigirá que actuemos como una clase unida. Si no cumplimos con nuestra tarea, de seguro nos espera más represión, más miseria, la guerra, y mucho sufrimiento.
Como dijo el gran visionario Martin Luther King: “ He visto la tierra prometida.” Si cumplimos con nuestro deber, también podremos decir como él: “ ¡Libre por fin! [ del hambre, la necesidad, y por un mejor mundo.”