En solidaridad con el pueblo mexicano imprimimos extractos del folleto elaborado por el equipo de AMLO para revisar las trampas de la elección en Mexico.
El Juicio de Inconformidad
El 12 de julio de 2012, la coalición electoral Movimiento Progresista, integrada por los partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo y Movimiento Ciudadano interpuso el “Juicio de Inconformidad por nulidad de la elección de presidente de los Estados Unidos Mexicanos.” En él solicita al Tribunal Electoral “la declaración de no validez de dicha elección por violación a los principios constitucionales de elecciones auténticas y sufragio libre”, así como “la cancelación del registro de candidato al c. Enrique Peña Nieto por rebase de topes de gastos de campaña.”
Y ahora, ¿qué sigue?
Los testimonios que se han ofrecido en las páginas de este texto muestran algunas de las prácticas empleadas antes y durante la elección de 2012. La inducción y la compra descarada del voto, la turbia operación financiera destinada a canalizar fondos de dudosa procedencia para favorecer a un candidato, el uso de las encuestas y aquellos medios de comunicación que representan al poder para fines de propaganda, pero, sobre todo, el rebasamiento abrumador de los topes legales de recursos destinados a las campañas, fueron los principales medios utilizados en esta ocasión para inducir un resultado: el que favorece a los poderes fácticos del país.
A través de los siglos, México ha sido un país expoliado por sus élites. Los formalismos de las instituciones políticas y los procedimientos supuestamente democráticos sólo han servido para legitimar a quienes dominan y, por esa vía, mantener el status quo. Sólo las formas de control han cambiado.
Existe en México un establishment político-económico-financiero-sindical-intelectual-mediático aún más fuerte y poderoso que el que en Inglaterra dio origen al término. Este establishment es el que ha determinado, como última instancia, quién gana las elecciones en nuestro país. Lo han podido hacer porque tienen el poder económico y el control de la mayoría de los medios de comunicación para imponer sus decisiones y, sobre todo, sus vetos.
Esta configuración de intereses creados decidió hace mucho tiempo que Andrés Manuel López Obrador no podría tener acceso al poder. No pasaría porque, bien lo saben, es un líder con un proyecto alternativo de nación, un proyecto que si bien no se opone a la economía de mercado (todo lo contrario: aboga por la pequeña y la mediana empresa y sólo está en contra de la evasión fiscal y los monopolios), no admite las prácticas corruptas de los arreglos cupulares. Se trata de un proyecto que constituye quizá el mayor desafío a la corrupción en todas sus facetas desde Benito Juárez. Por sobre todas las cosas: López Obrador no es comprable. Ni cooptable. Todos los recursos del poder establecido no son suficientes para comprarlo. Por lo tanto, se le anatematiza.
En días recientes ha quedado transparentemente claro que si bien puede haber diversos partidos y candidatos diferentes, la élite de poder es una. Ante la amenaza a sus intereses, los distintos actores cierran filas. El despliegue ostentoso de fuerza implícito en la imagen divulgada recientemente de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto conversando amigablemente, casi burlonamente, en Los Pinos es un insulto a los mexicanos. Habrá que agradecer a Calderón la confirmación de lo que López Obrador ha venido diciendo durante años: el PAN y el PRI son lo mismo. Pese a diferencias cosméticas, ambos son aliados en un arreglo cupular de intenciones inconfesables.
¿Qué sigue? La respuesta a ésta, la interrogante de nuestros días, está en manos del pueblo de México y en particular de sus jóvenes. No creo que sean los tribunales electorales, los partidos políticos (aunque su papel será imprescindible), ni tampoco un solo dirigente quienes determinen necesariamente el porvenir. Sólo la gente, la concientización del pueblo, la firmeza y determinación de los jóvenes que hoy están a la vanguardia de la actitud crítica hacia nuestra sociedad, sólo ellos habrán de determinar el futuro. Nosotros pedios cientos de miles, millones de hombres y mujeres, desarmados, pero decididos a cambiar la realidad del país.
¿Habrá hoy suficientes ciudadanos empeñados en sostener los principios democráticos y a detener las prácticas ilegales y los arreglos turbios? O bien, ¿entraremos en un período en que la corrupción y la explotación de los más débiles tengan libre curso por tiempo indefinido? La respuesta está en el pueblo y los jóvenes: ellos tienen la palabra y son hoy la vanguardia de nuestra historia.
El Folleto entero se puedes descargar desde este sitio, www.amlo.org.mx