El 19 de noviembre, un jurado absolvió al vigilante Kyle Rittenhouse de todos los cargos a pesar de que mató a dos personas y mutó a una tercera durante las protestas en Kenosha, Wisconsin, en 2020.
Para muchos, el veredicto se sintió como un puñetazo en el estómago. La ira se convirtió rápidamente en determinación.
Muchos estadounidenses atónitos sintieron inmediatamente que el veredicto representaba el cruce de una línea. En Kenosha, en agosto de 2020, la policía local trabajó en estrecha coordinación con grupos armados de derecha para sofocar las protestas tras el tiroteo policial contra Jacob Blake, un joven negro, frente a sus hijos. Al absolver a Rittenhouse, los tribunales han sancionado legalmente la violencia de los vigilantes. El sistema judicial ha descartado cualquier pretensión de ser un árbitro neutral que resuelve las disputas de manera imparcial.
El veredicto de Rittenhouse marca un paso gigantesco hacia un fascismo abierto, franco y violento en los Estados Unidos. El rápido aumento de las agrupaciones fascistas armadas en los últimos años y el aumento de la violencia y las amenazas de violencia por parte de una parte de los partidarios de Trump plantea la posibilidad de que nos dirijamos a una confrontación similar a la de Alemania justo antes de que Hitler llegara al poder: una batalla por el poder en las calles con grupos fascistas atacando los mítines de las fuerzas progresistas y trabajadoras.
Con esta decisión, el rifle de asalto se ha agregado a la soga de linchamiento como símbolo del fascismo estadounidense. En Estados Unidos, el fascismo tiene sus raíces en la esclavitud, la supremacía blanca se desarrolló primero para condonar la esclavitud y luego para justificar el reinado del terror en el Sur después de la derrota de la Reconstrucción. El sistema capitalista se construyó sobre la esclavitud y luego en la desigualdad impuesta al trabajador negro, pero su explotación ha abarcado a trabajadores de todas las etnias. En la tragedia de Kenosha, el mundo vio cómo se desarrollaba una amarga verdad sobre el capitalismo estadounidense: el terror fascista que primero ataca al trabajador negro inevitablemente termina atacando a todos los trabajadores, incluyendo los blancos.
Las protestas en Kenosha en agosto de 2020 fueron manifestaciones en apoyo de Jacob Blake, quien había recibido siete disparos en la espalda de un policía de Kenosha y quedó paralizado. El policía nunca fue acusado. Jacob Blake es negro; las tres víctimas de Kyle Rittenhouse son blancas.
Joseph Rosenbaum, de 36 años, estaba desarmado. Trató de detener a Rittenhouse y fue asesinado a tiros a quemarropa. A Rosenbaum le sobrevivió su prometida y una hija pequeña. Anthony Huber, de 26 años, murió tras recibir un disparo en la cabeza. Gaige Grosskreutz, un médico, quien corrió hacia los disparos para ayudar a cualquier herido fue disparado en el brazo y quedó mutilado.
La resistencia contra la supremacía blanca, el terror policiaco y la amenaza de una dictadura se ha manifestando en miles de acciones y gestos por millones de gente a través del país, tanto antes y después del veredicto de Rittenhouse.
A Anthony Huber le encantaba andar en patineta y de hecho llevaba su patineta a todas partes, incluyendo la noche de agosto de 2020. Después de que Rittenhouse fue absuelto, otros patinadores se reunieron en honor de Huber en un parque de patinaje de Kenosha. Después de que Elijah McClain, un joven violinista negro, fuera asesinado por la policía en Aurora, Colorado, sus compañeros violinistas realizaron recitales musicales en su honor y en protesta.
Después de que Ahmaud Arbery fuera asesinado mientras trotaba, otros corredores salieron a la calle a trotar en protesta. Y literalmente millones de personas participaron en las protestas contra el asesinato de George Floyd en 2020 (el asesinato de George Floyd en particular obligó a muchos estadounidenses a darse cuenta finalmente de la verdad sobre la naturaleza del sistema judicial estadounidense).
Todas estas acciones en una gran ciudad o en un pueblo pequeño, muestran el camino a seguir. Hoy, existe una creciente oposición a un sistema judicial basado en la supremacía blanca. Este movimiento está formado por personas de diferentes etnias. No parará. No puede.
La terrible lección de la historia es que el fascismo absoluto llega al poder a través de una campaña sistemática para destruir todos los derechos democráticos. Hoy, millones de personas están sintiendo esa realidad y están decididas a oponerse al fascismo en cada paso del camino. Esta resistencia debe continuar y crecer. Está en juego nada menos que la supervivencia de la democracia.