Mientras la pandemia asola al mundo y a los Estados Unidos, los trabajadores luchan por proporcionar comida, refugio y ropa a sus seres queridos. Ellos se ven obligados a trabajar en condiciones inseguras en la manufactura y otros trabajos “esenciales”. Están muriendo por un virus al que no les importa si son trabajadores “esenciales” o no. Mientras tanto, el uno por ciento (el “1%”) vive cómodamente en sus mansiones con acceso a la mejor comida y la mejor atención médica que el dinero puede comprar.
EL Financial Times reportó que el Laboratorio Mundial de Desigualdad informó que los multimillonarios del mundo vieron crecer su patrimonio neto exponencialmente durante la pandemia, en más de $3.6 billones solo en 2020, mientras que 100 millones más de personas fueron empujadas a la pobreza extrema. No cabe duda que esto es criminal.
Según una encuesta realizada por el Pew Research Center, el 61% de los estadounidenses cree que la desigualdad de ingresos ha ido demasiado lejos.
A medida que Joe Biden asume las funciones del Poder Ejecutivo del gobierno, no debemos olvidar cómo el 1% utilizó la era de Trump para avanzar su agenda y expandir aún más las ideas fascistas y asegurar el control de Estados Unidos y su riqueza.
Se forjó una alianza nunca antes vista entre el 1% y los “nazis” fascistas representados por Trump y otros políticos. Trump lanzó la mafia fascista a la vista del público como la esperanza que puede salvar a los Estados Unidos. Cuando los fascistas cometieron actos de violencia, Trump los llamó “gente muy buena”.
Esta alianza malvada es ahora parte de los Estados Unidos y una fuerza con la que tenemos que luchar en nuestra batalla por la democracia.
Durante cuatro años, Trump brindó cobertura a los fascistas en la policía, en el ejército y en posiciones de poder para usar abiertamente la violencia contra quienes consideraban inferiores o diferentes.
Como resultado, los militares atacaron a quienes manifestaban por las libertades civiles. Y la policía fue usada para atacar al pueblo que marchaba para detener la matanza de ciudadanos negros y latinos.
A medida que continúe la revolución electrónica, la automatización y otros procesos denominados innovadores continuarán eliminando trabajos, dejando a las personas sin trabajo, sin medios alternativos para ganarse la vida y sin esperanza.
En los Estados Unidos, elegimos a nuestros servidores públicos para que nos representen y gobiernen por consentimiento. A medida que disminuyan los niveles de vida, el pueblo estadounidense elegirá a los funcionarios públicos con el objetivo de acabar con la desigualdad y asegurar su supervivencia.
A consecuencia el uno por ciento responderá agresivamente para proteger su riqueza. Atacará nuestra democracia mediante el uso de la violencia, la supresión de votantes, tácticas de miedo y desatando el ataque violento de los fascistas, supuestamente en defensa de la democracia.
Los hechos del 6 de enero sirven como ejemplo perfecto de este comportamiento agresivo y violento de esta alianza entre el uno por ciento (el “1%”) y los fascistas. Pero no nos detendrán. Nosotros, el pueblo, seguiremos luchando por comida, refugio, atención médica y educación gratuita, reforma migratoria, por el fin de la brutalidad policial y por la protección del medio ambiente. Hay que construir un Estados Unidos que puede ser, que necesita ser.