Quiero ser claro, a la gente de esta región que está pensando en hacer ese peligroso viaje a la frontera entre Estados Unidos y México. No vengas. No vengas. Estados Unidos continuará haciendo cumplir nuestras leyes y asegurando nuestra frontera. Existen métodos legales por los cuales la migración puede y debe ocurrir. … Y creo que si vienen a nuestra frontera, te harán retroceder.
Esa fue la vicepresidenta Kamala Harris a principios de junio, quien instó a los posibles migrantes en Guatemala a principios de junio a no migrar a los Estados Unidos, y agregó que solo los traficantes se beneficiarían de la migración de personas.
Hay varios problemas con esta declaración. Para empezar, es similar a los comentarios de su predecesor, Mike Pence, durante su visita a América Latina en 2018, cuando dijo: “Si no puedes venir legalmente, no vengas en absoluto”.
Uno se pregunta qué diferencia hay entre las políticas del presidente Biden sobre inmigración y las políticas extremadamente restrictivas, racistas y punitivas del presidente Trump.
Una contradicción en la declaración del vicepresidente Harris, también reflejada en la declaración de Pence, arroja luz sobre esta cuestión. La idea de que un migrante de clase trabajadora pueda migrar “legalmente” a los Estados Unidos con facilidad es absurda. ¿Cómo puede ocurrir la migración legal, como sugiere el vicepresidente Harris, si la administración Biden aún tiene que cambiar las políticas que han cerrado los puertos de entrada a quienes buscan asilo?
La aplicación continua de la orden del Título 42 de los CDC de Trump, que faculta a la Patrulla Fronteriza para expulsar a los migrantes sin el debido proceso legal, cierra la puerta a los “métodos legales” a los que hace referencia la vicepresidente Harris, lo que hace que su declaración sea engañosa.
Con una frontera cerrada para quienes buscan asilo, obliga a los solicitantes de asilo a buscar métodos peligrosos para cruzar a Estados Unidos. En múltiples ocasiones he hablado con padres en el campamento Chaparral en Tijuana, México, que ha crecido a unas 2,500 personas, quienes han manifestado que ó han considerado seriamente enviar a sus hijos solos a cruzar a los Estados Unidos (el Título 42, en la mayoría de los casos, no se aplica a ellos), ó que ya lo han hecho. Se refieren a esto como auto-separación.
¿En qué se diferencia esto de la política de tolerancia cero de Trump, que se utilizó para separar a los niños de sus familias con la intención de disuadir a los migrantes de hacer el viaje a la frontera de los Estados Unidos para presentar una solicitud de asilo?
¿Es un caso más matizado de negación plausible, que la difícil y traumática decisión de separarse se impone a los padres, que buscan formas de mantener con vida a sus hijos?
Aún así, otro aspecto problemático en la declaración de la vicepresidente Harris es la repetición de que la Patrulla Fronteriza culpa a los contrabandistas de los peligros asociados con la migración. De hecho, a medida que las comunidades fronterizas se han vuelto cada vez más militarizadas y restrictivas desde la década de 1990, las operaciones de contrabando son más lucrativas. Con la Patrulla Fronteriza considerándose a sí misma como una fuerza paramilitar que opera con impunidad, es vergonzoso que la vicepresidenta Harris haga eco de su encuadre sin reconocer que es bajo la custodia de la Patrulla Fronteriza donde han muerto niños y donde se han registrado miles de prácticas abusivas.
Finalmente, los comentarios de la vicepresidenta Harris carecen seriamente del contexto histórico de cómo las políticas intervencionistas extranjeras de Estados Unidos han desestabilizado a Guatemala y Centroamérica para su beneficio y el de las empresas extranjeras que actúan como representantes de los intereses estadounidenses.
Esta falta de memoria histórica es una afrenta ideológica para quienes se organizan para vivir en paz con justicia, en tierras donde no solo enfrentan el impacto del cambio climático, sino también los juegos de poder de las secuelas de las dictaduras militares y las fuerzas de autodefensa que compiten por energía.