Los pobres ya no pueden sostener a los ricos
FOTO: LATINO COMMUNITY FOUNDATION
En medio de una pandemia mundial, a unas semanas para las elecciones nacionales del 2020, nos vemos obligados a elegir entre el candidato demócrata Joe Biden para presidente de los Estados Unidos u otros 4 años de Donald Trump.
Algunos pueden decir que hay poca diferencia entre ambos. Los dos representan intereses corporativos, han favorecido un mayor encarcelamiento doméstico e intervenciones internacionales agresivas que aumentan el riesgo de guerra y además, se han opuesto a Medicare para Todos, entre otras cosas. Y todo esto es cierto.
FOTO: LATINO COMMUNITY FOUNDATION
También es cierto que candidatos del Partido Demócrata mucho mejores tales como Bernie Sanders, Elizabeth Warren y quizás Andrew Yang podrían haber sido escogidos en vez de Biden.
El hecho de que estemos incluso en la posición de tener que elegir entre dos candidatos menos deseables destaca la importancia y la naturaleza crítica de las elecciones de noviembre.
La reelección de Trump significa el uso de medidas legales y extralegales cada vez más severas para aplastar nuestra democracia, libertades y derecho a sobrevivir como seres humanos. Tal como están las cosas, ha suprimido el voto, restringido el correo en las boletas electorales en los estados de tendencia demócrata, ha desatado a la policía de estilo militar para aplastar las protestas pacíficas, y mucho mas alarmante, ha desarmado conscientemente nuestro sistema de salud pública para que no se prepare y haga frente a la mortal pandemia de Covid-19.
La diferencia entre Trump y Biden es una cuestión de grado. Con Trump vemos la cara abierta del fascismo. Para él, una victoria significa un terror fascista desenfrenado. Un voto por Biden y su compañera para vice-presidente Kamala Harris, al menos nos compra tiempo. Sin embargo, no se equivoque. El establecimiento del Partido Demócrata tampoco es nuestro amigo. Wall Street y Silicon Valley dejaron muy claro que no apoyarían a un candidato del Partido Demócrata que agravara a los ricos y no cumpliría sus órdenes.
En verdad, ambos partidos políticos se encuentran en la misma situación. Mientras el capitalismo funcionaba, la democracia era el caparazón perfecto para su crecimiento, con reformas reñidas que expandían la democracia para las mujeres, los descendientes de esclavos, los inmigrantes y los trabajadores en general.
Ahora que el capitalismo está terminando debido a que la mano de obra es reemplazada por la tecnología en todo el mundo, la democracia ya no es útil para los gobernantes y cada vez más la consideran un impedimento. Pero los demócratas deben al menos hablar de labios para afuera, por ahora. Debemos recuperar nuestro país de Wall Street y de los corporativistas, ya sean demócratas o republicanos, organizándonos en nuestros propios intereses. Empiece ahora apoyando Black Lives Matter, el Censo, luchando contra los desalojos, las deportaciones injustas, etc. Pero por supuesto, vote como si su futuro dependiera de ello, porque así lo es.
