El programa DACA en la Corte Suprema: El impacto en los jóvenes indocumentados

Dreamer demonstrating for immigrant rights
Nueva Orleans: el letrero “Aquí para quedarse” refleja el sentimiento de muchos soñadores.
FOTO: TED QUANT

 

Puede resultar difícil comprender lo que 700.000 personas tienen en común. A un ayudante de chef le preocupa cómo va a poder mantener a su esposa y su bebé. A un conductor de la empresa UPS le preocupa perder su ingreso estable. Una estudiante universitaria se pregunta qué tan valioso será su título después de finalizar sus estudios.

A pesar de que sus orígenes, formación y experiencias son diferentes, estas personas sienten que todo está en riesgo en este momento y es la realidad de quienes participan en el programa conocido como Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés).

La decisión que tomó Trump de rescindir DACA ha hecho que los destinatarios del programa cuestionen ahora más que nunca su futuro en los Estados Unidos. Para muchos, el programa les abrió las puertas a nuevas oportunidades, como carreras profesionales, educación, un ingreso estable y un sentido de pertenencia. Pero DACA se estableció para que fuera únicamente una solución temporal.

Ahora el debate sobre la legalidad del programa ha llegado hasta la Corte Suprema. Si bien nadie puede saber a ciencia cierta cuál será el fallo de los jueces al respecto, diversas personas han buscado aumentar el grado de sensibilidad sobre qué tan vital es realmente DACA para muchos. Familias, empleadores, universidades y varias organizaciones dependen en gran medida de la existencia de DACA y quizás esto sea lo que a final de cuentas salve el programa.

Cuando DACA se implementó en 2012, Luis fue una de las primeras personas en reunir los requisitos para solicitar su participación en el programa. Él comenzó a trabajar como lavaplatos y se esforzó hasta llegar a ser cocinero general. Actualmente él es asistente del chef en uno de los mejores restaurantes de Chicago. Un permiso de trabajo le ha permitido continuar con su carrera, pero la amenaza de que le arrebaten todo le hace sentir que su futuro es muy incierto. El hecho de hablar sobre su situación legal no solo produce ansiedad entre los solicitantes, sino que también amenazarlos con despojarlos de todo es un gran insulto para ellos.

Desde el principio, quienes desean acogerse a DACA deben completar una solicitud bastante extensa, someterse a la investigación de sus antecedentes y pagar un cargo de $495 cada dos años (una tarifa que posiblemente aumente a $765). El posible fin del programa DACA amenaza los medios de vida de sus beneficiarios y en el caso de Luis, también amenaza su carrera, con lo cual su familia correría un serio riesgo financiero.

Antes de que existiera DACA, un trabajo con un ingreso estable no era algo que estuviera al alcance de los inmigrantes indocumentados. Para muchos, todavía no lo está. Sin embargo, Armando fue contratado como conductor de la empresa UPS y desde entonces ha podido mantener su puesto, el cual es muy bien remunerado e incluye prestaciones y beneficios.

Además del acceso a la seguridad financiera, a través de DACA, él pudo desarrollar un sentido de pertenencia. El hecho de crecer como indocumentado tuvo temor de que en algún encuentro con la policía se fueran a llevar a sus padres. Mientras tanto, en la escuela sus compañeros gritaban “¡La migra! ¡La migra!”, en son de broma. Mientras era adolescente, se le negó la oportunidad de siquiera pensar que podía cursar estudios más allá de la escuela secundaria. Tanto en ese entonces como actualmente, muchos de los asesores y guías escolares no cuentan con las destrezas o los recursos necesarios para abordar las necesidades particulares de los estudiantes indocumentados. Cosas como estudiar en el exterior, completar una solicitud gratuita para obtener ayuda escolar federal (FAFSA, por sus siglas en inglés) u obtener una beca no estaban dentro de las posibilidades para estudiantes como Armando.  En lugar de buscar más recursos para los estudiantes indocumentados, los guías, asesores y maestros se daban por vencidos rápidamente.

Si bien el sistema educativo ha mejorado para prestar más atención a las necesidades de los estudiantes indocumentados, todavía queda mucho por hacer al respecto. Karen, una estudiante universitaria de reciente traslado, se refirió al hecho de sentirse muy desalentada debido a su situación legal. Después de años de cursar estudios, trabajar y capacitarse, finalmente, Karen pudo obtener una beca universitaria para cuatro años de estudios. Ella también pudo obtener apoyo de su escuela universitaria comunitaria, pero, en general, la búsqueda y obtención de becas para inmigrantes indocumentados todavía es una tarea muy difícil.

Ahora, en su nueva universidad, a ella le preocupa que su título no valga nada después de graduarse. Sin un permiso de trabajo, un título universitario no será suficiente para poder desempeñarse como terapeuta para niños con discapacidades.

Después de hablar con estos tres destinatarios del programa, todos tenían la misma pregunta: ¿Por qué el gobierno les está haciendo esto? Es cruel dar esperanzas a más de 700.000 personas solo para después amenazarlas y decirles que perderán todo. Los beneficiarios de DACA merecen contar con una vía factible hacia la ciudadanía, no solo por sus contribuciones económicas, sino también por su humanidad. Ellos son nuestros vecinos y forman parte de nuestras comunidades. También es importante recordar que ellos solo forman parte de un grupo minúsculo de la población de inmigrantes. Los padres de los beneficiarios de DACA, los jóvenes que no reúnen los requisitos para participar en el programa y los inmigrantes indocumentados procedentes de todas partes merecen vivir sin temor.

Al decidir no aprobar una reforma migratoria integral, los políticos han mostrado que no les importa la vida de millones de personas que siguen en la incertidumbre. La administración Trump ha utilizado a la juventud indocumentada como como una simple ficha de negociación, pero no es la primera administración que hace que los inmigrantes deban esperar para vislumbrar un futuro estable. La reforma migratoria tuvo que haberse efectuado desde hace mucho tiempo y hasta que se establezca algo permanente, personas como Luis, Armando y Karen continuarán viviendo bajo plazos y fechas límites.

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