Un temible dilemma

La clase dominante no puede hacerse cargo de la transición hacia la nueva economía. Por eso, debemos hacerlo nosotros mismos.

Actualmente, estamos enfrentando un temible dilema. Los capitalistas a cargo de la economía global no pueden gestionar su transición para pasar de la producción con el uso de mano de obra humana a una producción a través de los robots. Pero, al mismo tiempo, se están apresurando para finalizar esa transición, mientras luchan entre sí para determinar quién estará en la cumbre.

Esto significa que la clase obrera tendremos que asumir el poder y gestionar este proceso.

La inhabilidad de los capitalistas para gestionar estos cambios se ilustra crudamente en el relato que ofreció minuto a minuto Hank Paulson, en su frenético intento por salvar el sistema financiero global en el marco de la crisis bancaria que surgió en 2008 (“On the Brink”, 2010).

Al final del segundo mandato del Presidente George W. Bush, Paulson renunció como jefe del banco de inversiones Goldman Sachs para asumir el cargo de Secretario de Hacienda de los Estados Unidos. Él conocía a todos los banqueros más importantes, así como a los ministros de finanzas de muchos lugares, desde Beijing hasta París.

Cuando el sistema financiero capitalista comenzó a desentrañarse, él orquestó una serie de sesiones para abordar las crisis de estos capitalistas principales (y su personal), trabajando hasta alta horas de la noche durante semanas.

Aun así, y a pesar de que al final tuvieron éxito, su planificación coordinada se vio menoscabada de forma continua por la competencia existente en torno a los cargos y la lucha por el botín. Los banqueros no podían llegar a un acuerdo con otros, mientras que el Ministro de Finanzas de un país restaba valor a los otros.

Hace tan solo unas semanas, el periódico the Washington Post le siguió los pasos al congresista Ro Khanna (Demócrata de California) en el Valle del Silicio, mientras hablaba con sus bases multimillonarias. El periódico informó que “por primea vez en décadas, el futuro del capitalismo es una gran fuente de angustia y de ansiedad para la élite empresarial de los Estados Unidos”.

Según el periódico, los multimillonarios del Valle del Silicio se encuentran consumidos por un “creciente sentido de que la economía basada en la tecnología ha roto el sistema capitalista. La revolución digital ha permitido que los empresarios en el campo de la tecnología establezcan masivas empresas globales, sin la necesidad de recurrir a las fábricas que producen grandes cantidades de puesto de trabajo o a las grandes fuerzas laborales de la época industrial”.

A medida que la tecnología ha avanzado, los capitalistas tecnológicos han temido que las cosas solo serán peor. “Los robots han venido eliminando muchas de las labores en las fábricas, el comercio en línea ha diezmado las ventas minoristas, y los automóviles de conducción autónoma han estado a punto de eliminar gradualmente a los choferes de camiones”.

Uno de los multimillonarios preguntó lo siguiente: “¿Qué sucede si verdaderamente se puede automatizar toda la mano de obra humana?” Aunque él no presentó ninguna solución, la respuesta es obvia: Cuando los robots hacen el trabajo, todos obtienen lo que necesitan de forma gratuita.

Pero esto es contrario a nuestro sistema económico actual. En el capitalismo, aquellos que trabajan producen todo, pero solo devengan salarios que apenas les permiten sobrevivir (si acaso), mientras que sus empleadores se quedan con el resto. Sencillamente, la distribución de lo que hacen los robots entre todos aquellos que tienen necesidades dejaría al capitalismo sin riqueza, sin poder y sin posición.

Ahora estamos enfrentando una grave crisis en el sistema económico mundial. Esto se está manifestando en la lucha que está librando Estados Unidos contra China en torno a los aranceles, pero todo el mundo está involucrado, ya que todo el mundo está económicamente interrelacionado.

La interrelación global es algo bueno e importante cuando las personas de la clase obrera están a cargo. Pero actualmente el capitalismo está al mando y en su propia esencia este es intensamente competitivo. Así que ahora la lucha es en torno a quién dominará la nueva generación de tecnología (“5G”): China o los Estados Unidos, y el resto del mundo se sitúa en medio de estos dos países.

Y los trabajadores del mundo se encuentran atrapados en un fuego cruzado (una vez más). Con anterioridad, las empresas de los Estados Unidos en el campo de la tecnología, tales como IBM, Dell y Apple, recurrieron a los millones de obreros chinos con bajos salarios para fabricar sus computadoras, iPods y teléfonos inteligentes.

Ahora, la guerra por los aranceles está poniendo fin a esto y las empresas de ambos países se están apresurando para automatizar las labores, sin contar sin ningún plan sobre la forma de alimentar, vestir y ofrecer viviendas a los trabajadores que quedarán desempleados. Según lo explicó un industrialista chino a la publicación Financial Times, este país asiático ya no será el mismo, pues aseveró que “la automatización y los robots cambiarán radicalmente la faz de las manufacturas”.

En resumidas cuentas, si nosotros, la clase trabajadora, deseamos cosechar los frutos que promete la revolución robótica, primero debemos obtener el control de la clase capitalista de la vieja guardia y hacernos cargos nosotros mismos de este proceso de transición.

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