El ascenso de las bases

A medida que avanza la revolución tecnológica, se están fragmentando los viejos sistemas de partidos políticos en México y en los Estados Unidos.

 

En esta edición del Tribuno del Pueblo se abordan dos temas principales: la amenaza del fascismo que se acerca y la ruptura de los viejos sistemas de partidos políticos, tanto en los Estados Unidos como en México.

Estos dos temas están íntimamente relacionados, pues se derivan de la misma fuente: la disociación entre una productividad económica que aumenta rápidamente y la rápida disminución de puestos de empleo y de salarios, lo cual se origina al enfrentar a los obreros contra la robótica de alta tecnología.

México está experimentando esta disociación con violencia y corrupción. Los grupos paramilitares se confabulan con la policía y diversos políticos para aterrorizar a las personas y transformarse en gobiernos virtuales en algunos estados, a medida que las drogas aumentan la desesperación de la clase obrera en ambos países.

En los Estados Unidos, el temor del fascismo es palpable, a medida que Trump y sus secuaces intentan descaradamente que los trabajadores se enfrenten entre sí — por región, género, raza y etnicidad— y contra los obreros del mundo, en especial contra los chinos y los mexicanos.

La doctrina del shock, puesta en práctica por Trump para pasar al fascismo, está dividiendo y redefiniendo al Partido Republicano. Pero el Partido Demócrata también se está dividiendo, a medida que los financistas que lo han controlado durante décadas son rechazados por las bases, las cuales están lanzando a sus propios candidatos para las elecciones de noviembre próximo.

El cambio que está surgiendo en el sistema de partidos en los Estados Unidos se refleja también en el cambio histórico que ocurrió en México: la aplastante victoria del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) y de su candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador. Estas situaciones también son similares a los cambios transcendentales que están ocurriendo en los sistemas partidistas de Europa: tanto en España y Francia, como en Italia y el Gran Bretaña.

Organizado apenas en 2012, en México MORENA ganó la mayoría de la legislatura, al igual que el 54 por ciento de los votos (entre cuatro candidatos) en las elecciones presidenciales. Las bases mexicanas expulsaron del poder a la oligarquía del país. La victoria de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se compara a la que obtuvo Abraham Lincoln en otra elección de cuatro candidatos en 1860.

El éxito que obtuvo el nuevo Partido Republicano en ese año —y la guerra civil que sucedió después, con la cual se puso fin a la esclavitud y se desposeyó a la oligarquía esclavista— sentó las bases para el establecimiento de un nuevo sistema de partidos en los Estados Unidos, el cual ha durado hasta ahora con la introducción de muy pocos cambios.

Este sistema se caracterizó por la existencia de partidos opuestos dentro de la oligarquía después de la esclavitud. Uno de estos (el Partido Republicano) representaba a los industrialistas, mientras que el otro (el Partido Demócrata) representaba a los financistas, los cuales durante muchos años lograron el respaldo de los votantes de la clase obrera, por ser el partido que derrotaría a los industrialistas.

Actualmente, la tecnología robótica está reemplazando la mano de obra en la industria automotriz y siderúrgica, al igual que en las minas, las fábricas, los astilleros y hasta en las bodegas, y ningún partido tiene nada que ofrecer a los obreros que están siendo desposeídos en los Estados Unidos. El viejo sistema partidista está dando paso al ascenso de uno nuevo en su lugar, el cual enfrentará a la oligarquía capitalista contra las bases de la clase obrera.

Trump representa la nueva forma fascista del partido del capital, que está intentando unir a un sector a través de promesas relacionadas con el orgullo nacionalista mediante la salvación de la oligarquía. Esta cohesión no tiene ningún futuro. Sin embargo, el ascenso de las bases en el Partido Demócrata es muy promisorio, al igual que lo es el ascenso de las bases en MORENA.

Aun así, ninguno de estos tendrá éxito a menos que la revolución política que representan rinda frutos —con partidos con consciencia de clase que logren que la mayoría de la clase obrera llegue al poder de forma firme y sólida.

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