Para beneficiarse podría ser necesario que ocurra un “sismo” político
Es una solución tecnológica para la crisis de vivienda —hoy y para siempre.
Una empresa en San Francisco está construyendo casas de 400 pies cuadrados por tan solo un poco más de $10.000. Y no solo eso, las viviendas se construyen en menos de un día.
Ello obedece a un avance revolucionario en tecnología de la construcción: las impresiones en tercera dimensión (3D) —en las cuales se lanza a presión capa tras capa de concreto desde una boquilla que se programa por computadora para que construya la parte interior y exterior de una vivienda.
La empresa Apis Cor imprimió su primera vivienda en Rusia, en lo más crudo del invierno, cuando la mayoría de las construcciones se paralizan. (Véala en YouTube. Haga la siguiente búsqueda: “3D printed house” — que significa impresión de vivienda en tercera dimensión).
Los chinos han contado con edificios impresos durante ya varios años, pues el primer complejo de apartamentos que imprimieron abrió las puertas a sus inquilinos en 2015. Ellos imprimen los componentes en fábricas y los transportan en camión hasta el lugar de la obra.
Pero el inventor Nikita Chen-yun-tai, quien trabaja en Apis Cor, logró que su impresora fuera móvil, por lo que se puede transportar al lugar de la obra e imprimir la vivienda allí mismo.
Una vez que se imprime la estructura de concreto, los obreros fijan las puertas, ventanas y partes similares. Todavía no se ha automatizado esta etapa del proceso, pero demos un poco más de tiempo a Chen-yun-tai y a otros entusiastas de la tecnología y así será.
Los costos son tan bajos porque las materias primas son baratas. Además, es muy poco lo que se desperdicia y, sobre todo, casi no se necesita mano de obra.
La casa no es inmensa —es un 20 por ciento más pequeña que el apartamento tipo estudio promedio—, pero por $10.000 es una opción mucho mejor que vivir en un automóvil.
Mientras tanto, uno de los competidores chinos de Apis Cor está imprimiendo viviendas mucho más grandes, de hasta 2.100 pies cuadrados, y a un costo mucho menor: unos $5.000.
Este es aproximadamente el tamaño de una casa promedio en los Estados Unido y se compara con las viviendas de $300.000 que se construyen con tecnología convencional (se debe añadir el costo del terreno y de las conexiones e instalaciones eléctricas y desagües para obtener el precio total).
Chen-yun-tai explicó lo siguiente: “Deseamos ayudar a personas de todo el mundo a mejorar sus condiciones de vida. Es por esa razón que el proceso de construcción debe ser rápido, eficaz y de alta calidad. Para que esto suceda, debemos delegar todas las labores más arduas a máquinas inteligentes”.
Con un precio de $10.000, la vivienda de Apis Cor podría costar menos que una conexión al sistema de desagüe. Así es de revolucionaria esta tecnología.
Y esto da al traste con lo que afirman los urbanistas en California ante los concejos municipales: que no pueden construir apartamentos para personas de bajos ingresos por menos de $350.000 por unidad.
En vez de ello, la impresión en tercera dimensión muestra que, en esta época de tecnología revolucionaria, es posible albergar a todas las personas en viviendas y hacerlo de forma asequible, lo cual también demuestra que la política es lo que no nos permite hacer esto.
Históricamente, se ha elegido a los miembros de los concejos municipales y de las juntas de supervisores de los condados con el respaldo del sector de bienes raíces —constructores y urbanistas.
Actualmente, los inversionistas en bienes raíces están obteniendo ganancias de dos dígitos, mientras que con los bonos del gobierno solo se está obteniendo un 2 por ciento aproximadamente. Ellos no renunciarán a esto sin luchar.
Y tal como lo ha recalcado Tyler Durden, comentarista de la página de Internet ZeroHedge, la tecnología revolucionaria de Chen-yun-tai podría desequilibrar no solo el sector de bienes raíces.
Durden afirmó que “en unos años, las presiones deflacionarias originadas por Apis Cor y sus competidores podrían dar como resultado una inmensa ola deflacionaria a lo largo del espacio de la construcción, ofreciendo así viviendas baratas y accesibles a millones de personas”.
Según lo explicó, durante el proceso, esto podría “revolucionar y cambiar drásticamente el sector de las hipotecas, con un valor de varios trillones de dólares, el cual representa la base de la industria bancaria en los Estados Unidos”.
Desde luego, el sector de bienes inmuebles y la banca se encuentran profundamente arraigados en la administración de Trump, tal como lo han estado en todos los gobiernos del país desde la Guerra Civil.
Por lo tanto, la posibilidad de que nos beneficiemos de la revolución tecnológica sin originar una transformación política es mínima.