Los trabajadores olvidados se alzan

Antonio Orendain's funeral
José Torres con amigos, sostiene la bandera del TFW en el funeral de Antonio Orendain.
Foto: Carlos Marentes

 

En 1966, la Unión de Trabajadores Agrícolas Unidos (UFWU por sus siglas en inglés) enviaron organizadores a Texas para conseguir apoyo a las huelgas de uva en California. Uno de estos organizadores fue Antonio Orendain.

El 1º de julio de 1966 debido a las condiciones de trabajo y salarios estalló una huelga de los trabajadores agrícolas de la cosecha de melón de Casita Farms y otros empaques en la zona de Río Grande City. Este año es el 50º aniversario de esa huelga.

Por consecuencia a la huelga contra Casita Farms una ola de violencia se desato contra los trabajadores. Los rancheros, en su intento de desacreditar a los trabajadores los acusaron de vandalismo de equipo, la cosecha, propiedad privada y pública. El gobierno local, principalmente rancheros anglosajones llamaron a los Texas Rangers. Los trabajadores agrícolas, mujeres, hombres y sus niños, y sus partidarios abiertamente desafiaron a  los Texas Rangers y rancheros y siguieron con su huelga.

El 4 de julio de 1966 en su esfuerzo para publicar sus condiciones laborales y exigir que el gobernador John Connolly los trabajadores y sus organizadores organizaron una caminata a Austin, Texas. El Gobernador Connelly, Ben Barnes, presidente de la Camara de Representantes y el Fiscal Genera Waggoner se reunieron con los marchantes en New Braunfels, Texas para exigirles que pararan la marcha. Pero los trabajadores agrícolas siguieron hasta llegar a Austin el Día del Trabajo en septiembre.

La huelga contra Casita Farms y la marcha a Austin fueron señales de los años de lucha que se avecinaban. Las condiciones estaban propicias para que los trabajadores se organizaran. Esto era el resultado directo de la continúa opresión contra los trabajadores por los rancheros y las autoridades locales.

En agosto 1975, nueve años después de la huelga contra Casita Farms, un grupo de trabajadores agrícolas decidieron separarse de la UFWU y organizar su propio sindicato independiente, la Unión de Trabajadores Agrícolas de Tejas (TFW) bajo el liderato  de Antonio Orendain.

En febrero 1977, otra marcha fue organizada de San Juan a Austin Texas para obtener apoyo a un Acta de Relaciones Agrícolas del estado. Este proyecto de ley le daría el derecho a los trabajadores agrícolas a negociaciones colectivas con sus empleadores. Pero éste no fue aprobado porque no tuvo suficiente apoyo, en particular del grupo de legisladores mexico-americanos.

En  junio de 1977 la TFW decidió marchar a Washington D.C. para exponer las condiciones laborales que sufríian. Los trabajadores marcharon 1,600 millas Louisiana, Mississippi, Alabama, Georgia, Carolina del Sur y Norte y Virginia. Los caminantes fueron recibidos como héroes, con respeto por su valentía y determinación. Ellos llegaron el Día del Trabajo en septiembre. Aunque pidieron audiencia con el presidente Jimmy Carter, éste se negó a recibirlos.

De regreso a Tejas la TFW continuó organizando huelgas y ganando algunas victorias. Obligó a la industria de cebolla a pagar $1.00 por saco de yute. Unas de las huelgas más grandes organizada por la Unión fue la de Raymonsville en el condado de Willacy. Esta huelga fue en contra de  Wetagrove. Toda la ciudad fue paralizada por la huelga. La cosecha de los Wetagrove de cebolla fue prevenida a llegar al mercado. Los Wetagrove estaban por firmar un acuerdo con la Unión cuando Othal Brand vino a su rescate.

Othal Brand compró toda la cosecha de cebolla y contrato a rompehuelgas. La huelga fue derrotada con dinero y la ayuda de  toda la fuerza policial estatal. Y aunque lo lograron, Willacy County jamás será el mismo.

En la huelga contra Casita Farms de 1966 y las demás huelgas que le siguieron los trabajadores agrícolas del Valle del Río Grande aprendieron que la policía y en particular los Texas Rangers no están para mantener el orden y la paz, sino para golpearlos y encarcelarlos. Quedó marcado en su conciencia, aún hasta hoy, es el conocimiento que los políticos locales y la policía sirven a los ricos (propiedad próvida) con los impuestos de los trabajadores y no al pueblo.

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