Flint, Michigan — Después de casi dos años, la lucha por agua segura y accesible para la gente finalmente ha recibido la atención merecida nacionalmente e internacionalmente. La cobertura de la crisis por medio de publicaciones como la revista “Time” y “National Geographic” y más han conmocionado a la nación.
“Es como si vivieramos en un país del tercer mundo” es una frase común que se escucha de los residentes de Flint. Pero la comparación con el agua tóxica no termina allí. Bajo la ley de gerente de emergencias, a varios municipios y distritos escolares en Michigan se les han negado la posibilidad de controlar o tomar decisiones acerca de sus comunidades, y se promociona como “estado de guerra fiscal” cuando se promulgó la ley en 2011, otro recordatorio inquietante de algunos de los llamados países del tercer mundo.
Los gerentes de emergencias (EMS) venden activos públicos y la privatización de los servicios públicos. Desde su aprobación, el EMS trajo cierres masivos de agua en Detroit, Highland Park, y Flint. Ellos infamemente robaron una propiedad frente a la playa de los residentes de Benton Harbor. En Pontiac, servicios de bomberos locales y departamentos de policía ya no existen y se privatiza la fuente de agua pública. Por otra parte, el EMS totalmente destruyó sistemas de educación pública en Highland Park, Hamtramck, y Muskegon Heights y causó estragos en el sistema escolar de Detroit. En su celo para transferir el sistema de agua Flint a los tenedores de bonos y otros intereses corporativos, una ciudad de Michigan fue envenenada.
Tenemos que dar a conocer y hacer brillar la luz del día a la ofensiva fascista pasando en Michigan. No hay nada para duplicar este modelo en el país, donde se tiene un individuo que puede escribir una orden y hacer todas estas cosas.
El telón de fondo es que Flint es el hogar de GM, y también fue el sitio de la gran huelga de brazos caídos que estableció la negociación colectiva con GM. Flint fue elemento clave de cambio en el movimiento obrero y la aceleración de la sindicalización en todo el país. A medida que avanza la tecnología y GM comenzó a cambiar puestos de trabajo en el extranjero para los menores costes laborales, la fuerza de trabajo entró en un rápido declive. El problema es que ya no construimos coches y camiones, así que nos hemos convertido en una clase desechable donde la vida de las personas ya no importan.
Nuestro futuro depende de nosotros y de nuestros esfuerzos por forjar un mejor futuro para nosotros y nuestros seres queridos. No queremos que se transmita la intoxicación con plomo a nuestros hijos y nietos. Queremos mejor vida para todos, una donde la nueva tecnología que se desarrolla a diario puede mejorar la vida de todos nosotros. Ese es el tipo de futuro que yo, como una trabajadora retirada de GM quiero transmitir a mis hijos y nietos.
