Puerto Rico: Enclave capitalista del narcotráfico latinoamericano (parte 3 de 3)

otra víctima de la dependencia de abuso o narcotráfico ilegal
Jovén de ambulante, otra víctima de la dependencia de abuso o narcotráfico ilegal.
FOTOS: Pedro A. Rivera

 

Comenzando el mes de julio del corriente año, dos senadores del  actual gobierno colonial puertorriqueño propusieron descriminalizar a personas o grupos que atiendan casos de sobredosis de drogas ilegales, indicando que  un mínimo de 100 personas mueren anualmente por sobredosis con  drogas opiáceas. Dicho estimado, muy alto en comparación con otros países del mundo, es sintomático de la cantidad de  clientes adictos a los productos del narcotráfico. Por otra parte, el tema del narcotráfico ha cedido terreno noticioso al tema de la drogadicción.

En Puerto Rico, alrededor de unas 111,000  personas entre las edades de 15 a 74  padecían de abuso o dependencia a los productos del narcotráfico ilegal según cálculos hechos en el 2008 por la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (ASSMCA). Según cifras más recientes, la clientela del narcotráfico no ha mermado. Según, Héctor Colón, un  investigador de la universidad de Puerto Rico, los adictos  de más alta intensidad en su consumo de drogas, unos 40,000, gastan colectivamente un estimado de 3 millones de dólares diarios para satisfacer su fatal hábito.  Tampoco han mermado las multimillonarias ganancias del narcotráfico, cuya actividad económica  impacta aproximadamente una tercera parte de la actividad económica puertorriqueña.

Ante este escenario, un creciente número de científicos sociales, médicos y activistas comunitarios apuntan a la necesidad de atender el problema de la adicción a las drogas como un problema de salud pública y no un problema criminal. De hecho, existen casos de  países  como  Portugal donde en menos de 10 años de haber descriminalizado el uso de drogas anteriormente ilegales; atendiendo la adicción como un problema de salud y educación pública, el consumo mermó dramáticamente, eliminando la necesidad del encarcelamiento masivo, disminuyeron los casos de VIH  (75% menos), los casos de sobredosis (40% menos) y las muertes relacionadas al consumo y tráfico de drogas ilegales (cerca de un 60%). No obstante, la cobertura de prensa puertorriqueña, a partir de la recién comenzada temporada de verano, ha estado poblada de noticieros colmados por anuncios de sequía crónica, colapso económico y quiebra financiera; mientras que la racha de primeros planos sobre la  guerra contra el narcotráfico ha pasado momentáneamente al olvido, hasta nuevo aviso.

En Puerto Rico sin embargo, en donde las fuerzas económicas y políticas que se benefician del narcotráfico capitalista son aparentemente mucho más poderosas que en Portugal, el enfoque hacia el problema de las víctimas del narcotráfico continúa inclinado a favor de sus benefactores: el negocio de las cárceles, los políticos y policías corruptos y desde luego todo el esquema de capitalistas comerciantes y  financieros que lava el dinero de los multimillonarios narcotraficantes. Mientras, la riqueza social que los trabajadores de todo tipo producimos se derrocha y toda la pléya de buitres que vive del narcotráfico se alimenta de los cadáveres de nuestros hijos e hijas en la entraña del templo de la propiedad privada y el gran capital.

Lleguen ustedes a sus propias conclusiones queridos lectores y lectoras. Reflexionen y pregúntense: ¿cuál es el verdadero crímen, quienes son los verdaderos criminales? ¿Quienes son los verdaderos amigos y enemigos en esta  hipócrita y mal llamada guerra contra las drogas?

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