El reemplazo que hizo la empresa Amazon de obreros humanos con robots demuestra que estamos ingresando a una era de cambios radicales y profundos. Según escribió recientemente el ex Secretario del Trabajo, Robert Reich, “toda una nueva generación de tecnologías inteligentes se está apoderando de las labores que antes sólo podían realizar las personas”.
El influyente centro de estudios Boston Consulting Group predice que los robos reemplazarán al menos a un cuarto de todos los obreros en la industria manufacturera en tan solo 10 años. Por su parte, un estudio la Universidad de Oxford calcula que en tan solo 20 años desaparecerá el 47 por ciento de todos los puestos de trabajo en los Estados Unidos.
Esto es muy difícil de comprender y asimilar, pero es importante hacerlo.
Lo que está sucediendo es un terremoto masivo en el entorno social, amenazando las estructuras institucionales que hasta hace apenas unos años parecían ser tan sólidas como el suelo por donde caminamos —nuestros puestos de empleo, sindicatos, iglesias, escuelas y hasta nuestros alimentos y hogares. Y esto no sólo sucede localmente, sino también en el plano nacional y hasta internacional.
La forma en que emprendamos la reconstrucción después del terremoto determinará la calidad de vida de nuestros hijos y de sus hijos durante muchas generaciones venideras.
Esto se ha venido vislumbrando durante mucho tiempo. Desde hace más de dos millones de años, la humanidad ha estado desarrollando nuevas herramientas, y cada generación se apoya en los hombros de la otra. El propósito ha sido aumentar la cantidad que podemos producir mientras disminuye la cantidad de trabajo que debemos realizar.
Hemos llegado a un punto en el que la tecnología permite que sea posible que toda la humanidad tenga una vida decente —con abundantes alimentos, ropa, albergue, educación y servicios de salud— con el uso de muy poca mano de obra.
Pero el sistema económico capitalista que nos llevó hasta este punto, ahora no nos permite lograr este cometido, y no puede sobrevivir ante la disminución de la mano de obra humana. ¿De qué forma podemos disfrutar todo lo que hemos creado cuando tenemos que trabajar en puestos no existentes para que nos paguen? ¿De qué forma pueden los capitalistas vender los productos si nadie tiene dinero?
Es por eso que la riqueza se está acumulando sólo en la cúspide. Para sobrevivir y prosperar, no debemos simplemente dividir la riqueza en partes iguales, sino que también debemos crear la economía en la que podamos compartir proporcionalmente, algo que aprendimos desde pequeños.