El agua le pertenece al pueblo

Las corporaciones están privatizando el agua y negándosela a quien no pueda pagarla en los EE. UU. En el año 2000, la Corporación Bechtel lo hizo en Cochabamba, Bolivia. Incluso reclaman la propiedad del agua de la lluvia y el derecho a cobrarle a la gente por ello. Esto provocó una revuelta que terminó echando a Bechtel de la ciudad y el perder los derechos de propiedad del agua.

A principios de este año, los servicios del agua fueron suspendidos a 27.000 de los hogares más pobres en Detroit. Cuarenta por ciento de los trabajadores en Detroit viven en la pobreza absoluta. Las Naciones Unidas condenó (la acción) como una violación de los derechos humanos y el derecho internacional, así como una crisis de la salud pública.

Sin embargo, un juez de bancarrota, decretó que la gente de Detroit no tiene tal derecho al agua.

Así como docenas de otras ciudades en el país, Detroit se prepara para privatizar su agua primero duplicando y triplicando las facturas de agua de sus residentes. ¿A sangre fría? Claro que lo es. En los beneficios monetarios no hay     sentimentalismos por la vida. La propiedad privada del agua en las manos de unos pocos es contrario al bienestar social. ¿Realmente queremos que las corporaciones posean y controlen el agua?

Las líneas de batalla son trazadas por todo el país en lo que la gente llama las “guerras del agua”. El Fracking, los contaminantes, la sequía, los anuncios para venta en lagos, ríos, acuíferos y en sistemas de filtración de las aguas públicas – las formas son muchas, pero el contenido es la ‘guerra de clases.’

Durante la revolución americana, Thomas Paine inspiró a los revolucionarios a tomar acción cuando hizo la pregunta, “¿Quién necesita a un rey?” El robo a la gente de todas las cosas públicas por unos usurpadores nos obliga a revisar ese momento de la historia y preguntarnos, “¿Quién necesita reglas corporativas?”

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