Igual como Ayotzinapa, Guerrero sirve de advertencia para México, el hacer comparaciones y llegar a conclusiones acerca de acontecimientos en los EE. UU. debe de despertarnos también en este país. Existe una guerra de clases, y nuestros jóvenes en particular están en peligro. La fracasada Guerra en contra de las Drogas solo trae muertes, corrupción, y desapariciones en México. En los EE. UU. jóvenes sin armas de fuego son fusilados en las calles de Ferguson, encarcelados, o enfrentan un futuro pésimo sin empleo, sin oportunidades educacionales. Aun peor, políticos electos siguen póliticas que van en contra de los intereses de quienes representan, y a la vez culpan a la víctima, ya sean ciudadanos que tratan de destituir a personas electas que no los representan, o por medio de eliminar a personas indocumentadas o personas con historia de felonía de las urnas electorales.
Los gobiernos de México y de los EE. UU. ya no son parte de la solución, sino que más bien son parte del problema para ciudadanos de ambos países. Ya no representan los intereses del pueblo, sino los intereses corporativos, ya sea legítimos o ilegales. Cuando las corporaciones ya no pueden enriquecerse con nuestra mano de obra, y no podemos comprar lo que producimos para ellos, nos consideran desechables. Esta es la significancia de las medidas de austeridad que activamente promueven en México y ahora en los EE. UU.
Nuestra sobrevivencia depende en nuestra habilidad de apoyar la dignidad de la vida humana, el derecho humano a las necesidades de vida, y la protección del medio ambiente para las futuras generaciones. Con tal de lograr estas metas, necesitamos tener el poder. Solamente así tendrán los lemas de “gobierno del pueblo, por medio del pueblo, y para el bien del pueblo” y “el respeto a todo ser humano” la significancia merecida.
¡Todos somos Ayotzinapa!
