Los niños son de todos nosotros

ILUSTRACION: Andy Willis
ILUSTRACIÓN: Andy Willis

 

La crisis humanitaria de niños centroamericanos intentando entrar a los EE.UU. ha estado formando por un largo tiempo. Sólo recientemente se ha estallado en los medios de comunicación debido a su cobertura por periodistas y oficiales electos. Su propósito fue en parte para confundir y dividir al público a conocer las causas de su declive de su nivel de vida por medio de usar a los inmigrantes como chivos expiatorios. Otro probable propósito fue para influir la opinión pública alrededor de la reforma migratoria basada en los intereses de las corporaciones.

Estos jóvenes niños, la mayoría de Centroamérica son víctimas de décadas de guerras respaldadas por los EE.UU., genocidio, derrocamiento de gobiernos democráticamente electos, el comercio de drogas respaldado por los EE.UU. y “la guerra contra las drogas,” y el resultado de la des-estabilización, pobreza, y crimen. Han recorrido un camino peligroso de (hasta) 1500 millas. Buscan reunirse con sus familias en los EE.UU., pero a consecuencias del estancamiento de la reforma de ley de inmigración, han seguido separados. Para aquellos que no han logrado llegar a los EE.UU., sus restos se están descubriendo en tumbas comunes anónimas ó en las propiedades de rancheros. Se estima que para el fin de este año un total de 90,000 niños serán detenidos por los agentes de la patrulla fronteriza.

Penetrando hasta el fondo del corazón de nuestra moralidad, lo mejor y lo peor de América se está expresando. Miembros del “Tea Party,” Minutemen, y otros auto-proclamados patriotas, avisados antemano de la llegada de los camiones, bloquearon las calles para prevenir la supuesta “invasión.” Sus representantes fomentaban tonterías de que los niños son portadores de enfermedades contagiosas o que son pandilleros cargando drogas hacia los EE.UU.. En contraste absoluto fue la lluvia de simpatía de parte de gente de distintas experiencias y credos que ofrecieron brazos abiertos para los niños, proclamando: “Todos ellos son nuestros hijos.”

Las Naciones Unidas claramente a declarado que los niños son refugiados y por consecuencia califican para protecciones internacionales. Al contrario, el Presidente Obama intenta derrocar una ley puesta por Bush en el 2008 que favorece a los refugiados centroamericanos con tal de deportarlos rápidamente a sus países de origen. Inmigrantes Mexicanos son deportados inmediatamente. Él ha pedido la cantidad de $3.7 mil millones para los costos de procesar y ampliar las medidas de seguridad represivas.

¡Los niños no tienen la culpa! Estos inocentes vienen debido a las políticas imperialistas de nuestro gobierno que han desparramado guerra y destrucción para asegurar las máximas ganancias para las corporaciones.

Cada vez más, en esta época de alta tecnología, la vida humana no tiene valor para las corporaciones que necesitan menos y menos mano de obra, sin importar el haber nacido en los EE.UU. ó en otro país. Pero las corporaciones sí necesitan ciertos tipos de trabajadores, y a la vez quieren su propia “reforma” migratoria para servir sus propios intereses. Debemos luchar por una reforma de ley que sirve las necesidades humanas.

Los que viven en los EE.UU. ahora también están sintiendo el dolor de la austeridad, la pérdida de trabajos, y el futuro inseguro semejante al que obligó a los niños huir de sus países natales. El hecho de que 87 individuos sean dueños de más riqueza que la mitad de la población del mundo, indica el problema verdadero. Un sistema económico global basado en la propiedad privada de un puñado de personas que sólo ofrece la miseria y la muerte, no concuerda con los intereses de la humanidad. La defensa de estos niños es nuestra autodefensa. Vamos construyendo una nueva sociedad que beneficie a todo mundo. Empecemos con apoyar la demanda de poner un alto a las deportaciones y apoyar la reunificación familiar. Somos una misma clase.

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