La reforma migratoria: Un movimiento que está perdiendo fuerza

Immigration Reform: A movement losing its traction photo
PHILADELPHIA-A medida que el número de deportados crece, crece un movimiento social para detener las deportaciones. | San Jose, CA—Líderes religiosos y de la la comunidad en desobediencia civil como parte de la mobilización nacional, “Ni una deportación más” del 5 de abril.
Fotos: Mary Blum-Sullivan y Harvey Finkle

 

No es suficiente con sólo pedir clemencia

¿Qué sucedió con el vibrante movimiento a favor de los derechos migratorios de hace 12 años?

En el 2006, millones de latinos, polacos, irlandeses, filipinos, coreanos y otros inmigrantes, junto con las personas que los respaldan, tomaron las calles. La gente que había vivido en la sombra salió para corear consignas y participar en manifestaciones. Estas personas mostraron al resto de nosotros que no se debe tener temor y nos permitieron dar un vistazo a lo que es posible cuando nos levantamos juntos para luchar por lo que es correcto. Para la oligarquía corporativa, las manifestaciones en las calles y las concentraciones de los inmigrantes y de las personas que los respaldan eran algo inaceptable, y sus voces y exigencias para lograr una reforma migratoria estremecieron los propios cimientos de este país.

Durante sus inicios, el movimiento solicitó una amnistía y un proceso de legalización para todos. Seguimos orando por que llegue el día en que no se catalogue a nadie como ilegal y que nuestras comunidades puedan aspirar a forjarse un mañana mejor y más seguro. Pero en vez de ello, debido a la constante amenaza de deportación y de separación familiar, actualmente las comunidades de inmigrantes enfrentan un futuro menos esperanzador y más incierto que cuando comenzó el movimiento.

En efecto, el año pasado, cuando miles de personas se congregaron y participaron en una marcha el 1° de mayo (Día de los Trabajadores), lo hicieron en un intento desesperado para que finalmente se aprobara algún tipo—casi que cualquier tipo—de proyecto de ley para una reforma migratoria.  Si bien muchos de ellos mostraron cierto escepticismo, también apoyaron una propuesta de ley que les otorgaría al menos cierto estatus legal como inmigrantes indocumentados, mientras al mismo tiempo se excluía y descalificaba a más de cinco millones de personas.

Pero ni siquiera este proyecto de ley fue aprobado. Y parece ser que los activistas han perdido toda esperanza en que el Congreso tenga interés o hasta la habilidad de aprobar algún tipo de propuesta de ley sobre la reforma migratoria. Ahora, su lucha ha pasado simplemente a intentar detener las deportaciones que aún continúan y que de hecho han aumentado durante la presidencia de Barack Obama.

Muchos activistas aseveran que la falta de reforma migratoria—y de cualquier reforma verdadera en este país—obedece a un sistema bipartidista en el que ya no es posible distinguir a un partido del otro. Actualmente, parece ser que tanto los demócratas como los republicanos comparten la misma filosofía y las políticas de la oligarquía corporativa. El hecho de hacer falsas promesas mientras se aterroriza a las comunidades y las hacen enfrentarse entre sí representa otra forma de cerciorarse de que se elegirá y se mantendrá en el poder a los representantes políticos de los ricos. En la televisión, ellos han montado todo un acto formidable de fachada, mediante el cual nos intentan convencer de que sí les importa la reforma migratoria y los problemas que enfrentamos en nuestras comunidades.

Mucha gente considera que actualmente, la política y las elecciones en los Estados Unidos se han transformado en un espectáculo—en una telenovela—y que nada bueno se origina en Washington o a partir de un proceso electoral mediante el cual siempre resulta electo un demócrata o un republicano. Ambos partidos participan en el sufrimiento de nuestras comunidades. Y como muchos otros asuntos importantes en el ámbito interno, para ellos el tema de la reforma migratoria sólo forma parte de un juego político. Los latinos se muestran cada vez más frustrados con el proceso electoral, debido a la falta de verdaderos avances, los juegos políticos empleados, todas las falsas promesas hechas y los sueños quebrantados.

Las luchas por una atención de salud universal y los derechos de los inmigrantes representan excelentes ejemplos de todo lo que anda mal en la política de este país. La gran mayoría de personas respalda una atención de salud universal—atención de salud gratuita para todos. Sin embargo, debido a la presión de las empresas de seguros y de las industrias farmacéuticas—respaldadas por sus millones de dólares en contribuciones políticas—la legislación que aprobó el Congreso, la Ley de Cuidado Asequible de la Salud, ni siquiera se acerca a las exigencias originales.

La mayoría también respalda cierto tipo de reforma migratoria. Sin embargo, ahora, debido a las deportaciones, las separaciones familiares y la amenaza de constante terminar en la cárcel debido al Programa de Comunidades Seguras, el clamor de muchas comunidades de inmigrantes es una súplica para que tengan piedad y un llamado a la administración de Obama para que deje de torturar a estas comunidades y las deje en paz.

En tanto vamos haciendo frente a la cruel realidad de que 11 millones de personas no obtendrán ningún tipo de estatus migratorio, debemos evaluar qué es lo que hay que hacer. Tenemos que preguntarnos si podremos confiar una vez más en los demócratas y los republicanos, o si el Partido Verde puede ser una verdadera alternativa. Y si nada de lo anterior representa una verdadera forma de defender nuestros intereses, también habrá que preguntarnos cómo podremos construir la nueva organización política necesaria que incluya esta visión y agenda.

 

No es suficiente con sólo pedir clemencia

¿Qué sucedió con el vibrante movimiento a favor de los derechos migratorios de hace 12 años?

En el 2006, millones de latinos, polacos, irlandeses, filipinos, coreanos y otros inmigrantes, junto con las personas que los respaldan, tomaron las calles. La gente que había vivido en la sombra salió para corear consignas y participar en manifestaciones. Estas personas mostraron al resto de nosotros que no se debe tener temor y nos permitieron dar un vistazo a lo que es posible cuando nos levantamos juntos para luchar por lo que es correcto. Para la oligarquía corporativa, las manifestaciones en las calles y las concentraciones de los inmigrantes y de las personas que los respaldan eran algo inaceptable, y sus voces y exigencias para lograr una reforma migratoria estremecieron los propios cimientos de este país.

Durante sus inicios, el movimiento solicitó una amnistía y un proceso de legalización para todos. Seguimos orando por que llegue el día en que no se catalogue a nadie como ilegal y que nuestras comunidades puedan aspirar a forjarse un mañana mejor y más seguro. Pero en vez de ello, debido a la constante amenaza de deportación y de separación familiar, actualmente las comunidades de inmigrantes enfrentan un futuro menos esperanzador y más incierto que cuando comenzó el movimiento.

En efecto, el año pasado, cuando miles de personas se congregaron y participaron en una marcha el 1° de mayo (Día de los Trabajadores), lo hicieron en un intento desesperado para que finalmente se aprobara algún tipo—casi que cualquier tipo—de proyecto de ley para una reforma migratoria.  Si bien muchos de ellos mostraron cierto escepticismo, también apoyaron una propuesta de ley que les otorgaría al menos cierto estatus legal como inmigrantes indocumentados, mientras al mismo tiempo se excluía y descalificaba a más de cinco millones de personas.

Pero ni siquiera este proyecto de ley fue aprobado. Y parece ser que los activistas han perdido toda esperanza en que el Congreso tenga interés o hasta la habilidad de aprobar algún tipo de propuesta de ley sobre la reforma migratoria. Ahora, su lucha ha pasado simplemente a intentar detener las deportaciones que aún continúan y que de hecho han aumentado durante la presidencia de Barack Obama.

Muchos activistas aseveran que la falta de reforma migratoria—y de cualquier reforma verdadera en este país—obedece a un sistema bipartidista en el que ya no es posible distinguir a un partido del otro. Actualmente, parece ser que tanto los demócratas como los republicanos comparten la misma filosofía y las políticas de la oligarquía corporativa. El hecho de hacer falsas promesas mientras se aterroriza a las comunidades y las hacen enfrentarse entre sí representa otra forma de cerciorarse de que se elegirá y se mantendrá en el poder a los representantes políticos de los ricos. En la televisión, ellos han montado todo un acto formidable de fachada, mediante el cual nos intentan convencer de que sí les importa la reforma migratoria y los problemas que enfrentamos en nuestras comunidades.

Mucha gente considera que actualmente, la política y las elecciones en los Estados Unidos se han transformado en un espectáculo—en una telenovela—y que nada bueno se origina en Washington o a partir de un proceso electoral mediante el cual siempre resulta electo un demócrata o un republicano. Ambos partidos participan en el sufrimiento de nuestras comunidades. Y como muchos otros asuntos importantes en el ámbito interno, para ellos el tema de la reforma migratoria sólo forma parte de un juego político. Los latinos se muestran cada vez más frustrados con el proceso electoral, debido a la falta de verdaderos avances, los juegos políticos empleados, todas las falsas promesas hechas y los sueños quebrantados.

Las luchas por una atención de salud universal y los derechos de los inmigrantes representan excelentes ejemplos de todo lo que anda mal en la política de este país. La gran mayoría de personas respalda una atención de salud universal—atención de salud gratuita para todos. Sin embargo, debido a la presión de las empresas de seguros y de las industrias farmacéuticas—respaldadas por sus millones de dólares en contribuciones políticas—la legislación que aprobó el Congreso, la Ley de Cuidado Asequible de la Salud, ni siquiera se acerca a las exigencias originales.

La mayoría también respalda cierto tipo de reforma migratoria. Sin embargo, ahora, debido a las deportaciones, las separaciones familiares y la amenaza de constante terminar en la cárcel debido al Programa de Comunidades Seguras, el clamor de muchas comunidades de inmigrantes es una súplica para que tengan piedad y un llamado a la administración de Obama para que deje de torturar a estas comunidades y las deje en paz.

En tanto vamos haciendo frente a la cruel realidad de que 11 millones de personas no obtendrán ningún tipo de estatus migratorio, debemos evaluar qué es lo que hay que hacer. Tenemos que preguntarnos si podremos confiar una vez más en los demócratas y los republicanos, o si el Partido Verde puede ser una verdadera alternativa. Y si nada de lo anterior representa una verdadera forma de defender nuestros intereses, también habrá que preguntarnos cómo podremos construir la nueva organización política necesaria que incluya esta visión y agenda.

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