1º de mayo: Por lo qué estamos luchando

En vísperas del Día Internacional de la y el Trabajador, por todo el mundo las clases gobernantes atacan a la clase trabajadora. Cuando personas protestan en contra del desempleo y la pobreza que caracteriza el mundo capitalista, son golpeados y arrestados. La policía monta una campaña de terror y asesinato en contra de los pobres y quien se opone a las corporaciones. Se utilizan leyes “en contra del terrorismo” para privarnos de nuestros derechos y sujetarnos a la vigilancia incesante y arresto sin cargos. El gobierno ignora nuestras súplicas  por ayuda y al contrario nos brinda recortes presupuestales, golpizas, y balazos. Vivimos bajo la dictadura fascista de las corporaciones.

Lo que aparenta ser la potente fuerza de nuestro enemigo en realidad comprueba su debilidad. La historia está a nuestro favor hoy en día. Tenemos la posibilidad de quitarnos de encima la soberanía de las corporaciones y crear una nueva sociedad de abundancia. Lo único que nos falta es una estrategia para la victoria.

El 1º de mayo tiene sus raíces en un acontecimiento del 4 de mayo, 1886 en Haymarket de Chicago. Ese día la policía disparó en contra de una asamblea pública durante una huelga general por la jornada de ocho horas. A través de los próximos 100 años, la lucha entre los trabajadores y los capitalistas en los EE.UU. ha consistido básicamente en conseguir una porción más amplia del pastel para los trabajadores. Fue la lucha por la reforma, y los capitalistas periódicamente brindaban reformas cuando les convenía a sus intereses.

Hoy en día, se nos retiran las reformas, y además, jamás se puede regresar a los tiempos del pasado. Ya no existen reformas porque la revolución electrónica ha transformado la economía por completo. Los robots y las computadoras están tomando los puestos de la mano de obra humana, eliminando los empleos. Millones de personas se encuentran permanentemente desempleadas o subempleadas, y sus rangos crecen a diario. El creciente desempleo permanente reduce el mercado, y las corporaciones toman pasos para aumentar sus ganancias—cortan aun más los empleos, reducen sueldos y beneficios, recortan servicios gubernamentales. Se lanzan a la guerra con tal de abrir nuevos mercados. Todas sus acciones por aumentar sus ganancias empeoran la situación e invitan la resistencia. Son reducidos a proteger su propia riqueza y poder con la fuerza. Por eso es que atacan al pueblo.

A pesar, la misma revolución electrónica que está creando el desempleo masivo, nos abre la posibilidad de la abundancia sin límites. Si la economía le perteneciera y fuese controlada por el pueblo—los bancos, las fábricas, las minas, las oficinas—pudiésemos crear todo lo necesario y simplemente distribuírselo al pueblo. Además, no nos queda otra alternativa sino que luchar adelante por una nueva sociedad cooperativa. La electrónica indica el fin de toda economía basada en la propiedad privada de los medios de producción social.

El pueblo no puede ganar sin una visión de lo que quieren lograr. Debemos de seguir exigiendo que el gobierno garantice las necesidades de vida para cada uno de nosotros, no porque esperamos que el gobierno manejado por las corporaciones nos otorgue nuestras demandas, pero más bien porque sabemos que las corporaciones se reusarán hacerlo. Este acontecimiento nos comprueba sin duda que lo que  al final buscamos es una sociedad cooperativa, donde el pueblo rige y la abundancia que se produce es distribuída basado en la necesidad.

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