Cómo arrebatan los alimentos de las bocas de los bebés

manifestante sosteniendo un signo
Foto: Daymon J. Hartley

 

Los recortes del Congreso al programa de estampillas de comida provocarán que el hambre aumente entre las mujeres, los niños y los ancianos.

Sin levantar ni un dedo y con sólo dejar que la legislación caducara, el Congreso logró en noviembre un recorte de $5 mil millones en el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, por sus siglas en inglés y conocido popularmente como “estampillas de comida”). Y en tanto que los demócratas y los republicanos se preparaban para irse de Washington y celebrar la navidad en sus hogares, su discusión no se centraba en si debían efectuar recortes al programa después de las fiestas, sino que en cuánto ascenderían los recortes adicionales.

En el “país más rico del planeta”, los puestos de empleo son escasos y los salarios son tan bajos que un quinto de todos los estadounidenses depende del programa de estampillas de comida. Se calcula que un total de 68 millones de personas utilizó las estampillas al menos durante un mes el año pasado, en su mayoría ancianos y madres solteras.

Pero esta cifra sobre las personas hambrientas es inexacta, ya que no incluye a los inmigrantes que devengan salarios bajos ni a sus familiares, los cuales están obligados a vivir en la sombra debido a las rigorosas leyes que los hacen ser “ilegales”.

Ni siquiera todas las personas que reúnen los requisitos para recibir estampillas de comida se benefician de este programa. En parte, esto es para desmotivar a los inmigrantes a que intenten participar, aún aquellos con tarjetas de residencia —por ejemplo, el estado de California ha establecido el proceso más difícil de tramitación en el país. (El gobierno federal sufraga las estampillas de comida, pero los estados se encargan de entregarlas).

Esto ha impedido que al menos la mitad de las personas que deben recibir asistencia alimentaria en California la obtengan: se trata de unos cinco millones de personas. Texas se sitúa en segundo lugar en cuanto a obstaculizar que millones de personas hambrientas obtengan estampillas de comida.

Los inmigrantes indocumentados no reúnen los requisitos para obtener estampillas, pero sus hijos nacidos en los Estados Unidos sí lo hacen. Debido a la dificultad del proceso y al temor de sus padres, se niega a estos niños los alimentos que por derecho les pertenecen.

El programa federal de estampillas de comida inició hace varias generaciones durante la Gran Depresión de los años 30, pues los banqueros y los industrialistas que tenían en sus manos las riendas del país deseaban que los desempleados se mantuvieran vivos y funcionales para la siguiente recuperación económica (y, tal como resultó ser, para la guerra mundial que la precedió).

Durante la Segunda Guerra Mundial y la era de la posguerra, se motivó la inmigración proveniente de América Latina, especialmente de México —ya fuera de trabajadores legales o “ilegales”.

Actualmente, un mayor porcentaje de personas que reúnen los requisitos para obtener estampillas de comida son afroamericanos o latinos. Sin embargo, la mayor cantidad de personas que reúnen los requisitos para recibirlas son blancos.

Cada vez más estadounidenses de la “clase media” —negros, morenos y especialmente blancos— están perdiendo sus trabajos, sus viviendas y su salud. Expulsados de la economía por las computadoras y los robots, se les está desposeyendo de sus bienes y hombro a hombro están enfrentando una nueva forma de pobreza.

Ahora la estructura de poder capitalista está restringiendo sus alimentos —especialmente para sus hijos, los cuales normalmente serían la próxima generación de obreros. Junto con los recortes experimentados en la educación, esto muestra que los capitalistas en el poder no esperan que la próxima generación llegue a trabajar.

Nos guste o no, este es un futuro que amenaza a todo el 99 por ciento. Con base en nuestro derecho básico a los alimentos, la defensa de nuestro derecho al suministro adecuado de estampillas de comida representa una parte importante de la lucha actual por la supervivencia. Hay más que suficiente y alcanza para todos, si lo “compartimos y lo hacemos de forma igual”.

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