Foto: Adrian Garcia
Los debates acerca de la inmigración de hoy en día se llevan a cabo en un ambiente de austeridad doméstico bajo el cual, hasta previamente acomodados obreros nacidos en los EE.UU. son sacrificados en el altar de las ganancias corporativas. A la vez, la globalización del capitalismo está desplazando a millones de sus países natales, y obligándolos a emigrar hacia los EE.UU. u otros países.
Por mucho tiempo parecía que los EE.UU. era el país de los sueños. Aparentaba ser el faro de la esperanza y de la plenitud para quienes lo miraban del extranjero. Parecía que el obrero norteamericano compartía de la plenitud, y de un contrato social entre los empleadores y los trabajadores. Muchos inmigrantes anhelaban ser parte de eso. Pero este sueño pronto se desploma.
Los EE.UU. hoy tiene una de las más profundas disparidades del nivel de vida económico en el mundo industrial. Vivimos en un tiempo de abundancia jamás vista en la historia donde el 1% es dueño de más riqueza que el 40% de los de abajo. La red social prácticamente no existe. Los sindicatos están impotentes. La nueva tecnología que reemplaza la mano de obra ha hecho todo esto posible, debido a quienes son los dueños de esta tecnología. Es en este contexto que debemos de analizar la reforma inmigratoria.
Los inmigrantes quienes buscan la legalización son tratados como peones en un enorme juego de ajedrez, donde la inmigración es sólo una pieza de todo el plan. ¿Cómo se explica la reunión de presidente Obama con el presidente mexicano Peña Nieto el primero de mayo? No trataron con la reforma inmigratoria, cual se supone deberían de haber hecho dado el día que escogieron para reunirse. Más bien trataron de cómo abrirles el paso a las corporaciones norteamericanas al petróleo de Pemex, y a la vez debilitar aún más los sindicatos mexicanos.
La extensión del Programa Huesped (Bracero) desde la agricultura a las fábricas es parte de la política de la reforma inmigratoria, ya que empleos todavía no programados para robots requieren de una fuerza trabajadora temporal. El “e-Verify” fue exitoso en identificar y desplazar a inmigrantes quienes organizaron sindicatos en el medio oeste de los EE.UU. Ya que perdieron sus empleos de mejores sueldos con beneficios, para luego ser contratados de nuevo por agencias de empleo temporal para desempeñar el mismo trabajo pero con más bajos sueldos y sin beneficios.
Sectores del capitalismo tales como la electrónica en Silicon Valley de San José presionaron por obtener inmigrantes calificados con destrezas técnicas bajo la reforma migratoria. Con este plan tomaron ventaja del anhelo de miles de inmigrantes mal pagados y no calificados. Mientras, escuelas y oportunidades educativas se cierran para todo norteamericano. En muchos estados de los EE.UU. los jóvenes inmigrantes son un alto porcentaje de esos alumnos. Se ve que el robo de trabajadores calificados de otros países es parte integral de la reforma inmigratoria.
Si el sueño Americano se convierte en pesadilla aun para los ciudadanos nacidos en los EE.UU., ¿qué pueden esperar los inmigrantes? Lo positivo es que encuestas recientes demuestran que la mayoría de norteamericanos apoyan una reforma inmigratoria con camino a la ciudadanía para los 11 millones de indocumentados en los EE.UU. de hoy día.
Pero aun si se legalizan, inmigrantes serán excluidos del plan de reforma de salud Affordable Care Act por hasta 14 años. Esto acontece a pesar de que varios estudios demuestran que los inmigrantes siempre han pagado más al seguro social que lo que reciben en beneficios. La propuesta Ley de Agricultura excluirá hasta medio millón de las estampillas de comida, sin contar a los indocumentados o aquellos en proceso de legalización. Entre 45 y 75 % de los afectados serían niños.
Estamos entrando a tiempos difíciles. Hasta que los obreros nacidos en los EE.UU. y los inmigrantes se vean como miembros de una misma clase trabajadora, con derechos equitativos a la plenitud que el mundo moderno provee, habrá mucho sufrimiento—o podrá haber logros para todos.
