La Gran Migración

madre migrante necesita tiempo para alimentar a su niña
MEXICO-madre migrante necesita tiempo para alimentar a su niña en su viaje a través de México a los EE.UU. Foto: Irineo Mujica Arzate

 

Los emigrantes y sus amigos solo saben lo que han observado y escuchado personalmente sobre los movimientos migratorios del Siglo XXI en las Américas. Los espectadores más distantes solo saben lo que les dicen los medios de comunicación que pertenecen a la oligarquía.

Así que la siguiente es la historia de la Gran Migración, inmersa en un panorama más general de la economía y la política. Las siguientes son las razones por las que la gente se ve obligada a abandonar sus propios poblados y hacer frente al angustioso desafío de irse hacia el norte.

Tomemos como ejemplo a México, aunque con ciertos cambios, su historia también es pertinente para los países de Centroamérica.

A principios de año, una anciana del pequeño poblado de San Jerónimo Sosola le explicó lo siguiente a un reportero: “El pueblo ya casi no tiene gente. Muchas casas están vacías. Se han ido los padres y los hijos. Si los jóvenes siguen marchándose de aquí, ¿qué cree que nos sucederá?”

Durante miles de años, los mexicanos han cultivado maíz. La agricultura del maíz-fríjol-zapallo que perfeccionaron—el sistema de milpa—sea quizás el más exitoso y autosostenible del mundo.

Pero actualmente los oligarcas capitalistas de México y de los Estados Unidos están menoscabando sistemáticamente las milpas—están reemplazándolas con fincas de riego a gran escala, las cuales generan el agotamiento de los suelos—

y obligando a los pequeños agricultores a dejar las tierras.

Hace un siglo, cuando el gobierno de Porfirio Díaz concentró las tierras en las manos de cada vez menos personas, los antepasados de estos agricultores se alzaron en una rebelión contra los hacendados.

Dirigidos por Emiliano Zapata en la revolución de 1910-1920, ellos lucharon por la redistribución de la tierra, lo cual se logró bajo el Presidente Lázaro Cárdenas en los años 30.

El maíz que cultivaban esos pequeños agricultores generó un excedente con el que se estableció la industria mexicana. Con el desmantelamiento, paso a paso, de las reformas de Cárdenas, finanzas, la industria y la agricultura de México se están concentrando en las manos de cada vez menos personas. Y México ha experimentado una apertura a los capitalistas del mundo, especialmente de los Estados Unidos.

A finales del Siglo XX, la economía mexicana se entrelazó cada vez más con la integración económica en el ámbito mundial y los pequeños agricultores de este país tuvieron que enfrentar a las oligarquías, tanto de México como de los Estados Unidos, unidas contra ellos.

En el marco del Tratado Norteamericano de Libre Comercio (NAFTA, por sus siglas en inglés), los capitalistas mexicanos, cuyas maniobras se efectuaban a través del gobierno de Carlos Salinas, simplemente abandonaron a los pequeños agricultores. Entre sus acciones, se incluye la reducción de los aranceles a las importaciones de maíz barato procedente de los Estados Unidos, aunque sabían muy bien que al hacerlo se destruiría la agricultura tradicional.

El NAFTA (al igual que el Tratado Centroamericano de Libre Comercio—CAFTA) ha sido primordialmente un proyecto de los capitalistas estadounidenses. Ellos también sabían que la aperture de México al maíz de Estados Unidos destruiría a los pequeños agricultores mexicanos. Pero estaban deseosos de hacer negocios.

Al tomar acciones a través de los Presidentes George H. W. Bush y Bill Clinton, los capitalistas tuvieron éxito al suscribir el NAFTA. Y en el plazo de unos pocos años, la agroindustria estadounidense—dominada por las grandes corporaciones, tales como Cargill—había cuadriplicado la cantidad de maíz que exportaba anteriormente hacia México.

En realidad, el gobierno de los Estados Unidos estaba subsidiando la producción de maíz a gran escala en el país y enviándolo a los mercados mexicanos a un precio menor que el costo de producción. Los pequeños agricultores mexicanos no pudieron competir con esto y así empezó el éxodo. Se expulsó de las labores agrícolas a más de dos millones de personas, mientras que otros cinco millones ya no pudieron vivir de los ingresos agrícolas.

En las ciudades mexicanas había muy pocos trabajos disponibles, por lo que millones de personas se dirigieron hacia el norte. Poblados enteros quedaron vacíos, desposeídos de sus medios tradicionales de sustento y de sus culturas y sus tierras.

Al igual que sucedía en los Estados Unidos, la oligarquía mexicana también estaba subsidiando de forma callada pero considerablemente su agroindustria, la cual ingresó al mercado mundial. En los 20 años que han transcurrido desde que inició el NAFTA, diversas empresas mexicanas, como el Grupo Bimbo y Maseca se han transformado en actores predominantes en la industria alimentaria global.

Pero nada de esto ayudó a los refugiados que huyeron hacia el norte por razones económicas. Si bien es cierto que el gobierno mexicano hizo gala de los pagos que efectuó para ayudar a los pequeños agricultores, tal como suele suceder, estos pagos terminaron en manos de los nuevos hacendados. ¿Es este el punto final de esta historia? Sólo si la oligarquía global continúa saliéndose con la suya.

¡Viva Zapata!

 

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