¿Cuántos se Legalizarán?

La valentía de los jóvenes Dreamers
La valentía de los jóvenes "Dreamers" fue una inspiración para el movimiento pro-inmigrante y la nación. Foto: Harvey Finkle

 

¿Qué en realidad es lo que les espera a los inmigrantes quienes sueñan con obtener la legalización?  ¿Serán  bien recibidos como en el dicho de la Estatua de Libertad en Nueva York: “Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres, vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad…”? (1880’s) ¿O seguirán siendo criminalizados, hechos chivos expiatorios por los males de este país, y explotados sin fin?

Desde  las elecciones presidenciales, donde los latinos se unieron con los afroamericanos y juntos constituyeron el factor decisivo en la reelección del presidente demócrata  Barack Obama, renacieron grandes esperanzas de que por fin se logrará una reforma migratoria justa para los 11 millones de indocumentados quienes radican en este país. Hasta los republicanos tuvieron que ocultar su propaganda anti-inmigrante, ya que su candidato Romney perdió el voto latino con su llamado por la “auto-deportación.”

Justamente, varios líderes inmigrantes a través del país mantienen su cautela, ya que el presidente Obama no cumplió con la reforma migratoria como había prometido en su primer término.  Además, durante sus primeros cuatro años se vieron más deportaciones jamás vistas en la historia de los EE.UU.–incluyendo bajo los presidentes republicanos con la implementación de E-verify, la implementación de Secure Communities a través del país, y la enorme militarización de la frontera, con el uso de los infames “drones” que son aviones robotizados.

¿Entonces que debe de hacer uno? Hay que seguir adelante y luchar de pie, como dijo Emiliano Zapata. El tiempo es propicio, ya que Obama “nos debe.”  Los republicanos están en retirada por el momento, y que los demócratas finjen ser nuestros gran amigos. Además, una encuesta reciente demuestra que la gran mayoría de ciudadanos norteamericanos favorece una legalización para personas indocumentadas.

Hoy día no es como en el 1986, cuando consiguieron amnestía  tres millones de personas. Los tiempos han cambiado desde entonces. Por eso es que no hicieron caso en el 2006 cuando marcharon millones, y por eso es que salimos a las calles cada año desde entonces. Probablemente van a ofrecerles amnestía a algunos, pero de seguro no va a ser nada satisfactorio para grandes números de inmigrantes. Se escuchan murmuros de plan tipo Bracero aún en fábricas, y no sólo en los campos agrícolas. Se escucha el empuje para ofrecer oportunidad a ingenieros y con altos grados de estudio para ganarle a la competencia por todo el mundo

¿Y qué tal los que se vean obligados a inmigrar en el futuro?

Como reconocen muchos líderes inmigrantes a través del país, hay que marchar adelante con los ojos abiertos. Más que nunca, hay que educarnos y aprender, y apoyarnos el uno al otro. Algo fundamental por aprender es quién es nuestro enemigo, y quién es nuestro amigo.  Tuvimos que emigrar por la necesidad.  Hoy día llegamos a un país donde, a pesar de que se vive mejor que en nuestros países natales, el nivel de vida está cayendo aún para los nacidos aquí.  Tiene que ver con la alta tecnología que reemplaza la mano de obra, ya sea con robots en la industria automotriz, o robots que sortean tomate en canerías o pizcan uvas para las vinerías. Los nacidos en los EE.UU. y los inmigrantes al igual son víctimas de la globalización del capitalismo y de su mercado mundial.  Aunque traten de ponernos el uno en contra del otro, ambos compartimos el mismo explotador, la clase capitalista. En muchas instancias se conocen. Por ejemplo, la gran mayoría de primeros mandatarios de México han estudiado en las universidades más prestigiosas de los EE.UU.

Los norteamericanos y los latinos somos parte de una misma clase de trabajadores. Desde hace años los capitalistas han borrado las fronteras para su comercio libre. Solo falta que nosotros los trabajadores borremos las barreras que nos dividen, porque en realidad no pertenecemos a ningún solo país. Todos tenemos las mismas necesidades, ya sea nacido aquí o en el extranjero. En las luchas por la sobrevivencia y el porvenir de nuestras familias es donde el sentido de clase se forja. Hay un mundo de plenitud, de unidad familiar, y de felicidad por adelante. ¿Qué miedo puede haber?

 

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