La lección de la elecciones de 2012

La unidad es clave para poner fin al reinado corporativo

Obama, Romney, demócratas, republicanos—¿Qué aprendimos de las elecciones presidenciales de 2012 que nos ayudará a la librar nuestras luchas por empleo, la vivienda, la salud, el medio ambiente, el respeto de los derechos humanos de los inmigrantes y por todo lo que estamos luchando?

La lección clave de las elecciones es que hemos permitido que nuestro verdadero enemigo nos divida. No podemos ganar si estamos divididos.

Los políticos de los dos partidos dominantes han dirigido sus apelaciones hacia—nosotros como afroamericanos, anglosajones, latinos, inmigrantes, nacidos aquí—pero no como clase obrera.

En esencia se nos ha dicho que no nos consideremos las necesidades de la clase obrera, pero que consideremos únicamente las necesidades de nuestro subgrupo particular. La apelación de los dos partidos a la “clase media”, en particular, es una manera de decir: “No te preocupes por los demás, sólo piensa en ti mismo y tu familia.”

La política étnica y racista empezó junto con la formación de los Estados Unidos como nación. Históricamente los ricos y poderosos han utilizado esta política para dividir y conquistar a la clase obrera. La clase gobernante, la oligarquía,  ha dado a unos privilegios, para luego oponer a este sector de trabajadores contra los demás.

Con esta táctica esconden los intereses de clase comunes que nos unen como trabajadores. Nos mantienen ocupados luchando entre sí por un trozo del pastel que cada día es más chico, y luchando por la igualdad bajo el mismo sistema que es la fuente de la desigualdad, el sistema capitalista.

La situación del 99 por ciento empeora cada día más. El Huracán Sandy nos confirma que,  a consecuencia del poder y la dominación de la economía a manos de las corporaciones energéticas, los capitalistas no tratan con el calentamiento global que amenaza con hacer de la tierra inhabitable. Ellos hasta se niegan rendir asistencia apropiada a las víctimas de la tormenta. Mientras tanto, el huracán económico que está arrojando a millones al desempleo permanente, el subempleo y la pobreza continúa sin obstáculo. Y los capitalistas de nuevo se niegan a ayudar a los que sufren.

¿Por qué? La tecnología desarrollante es la raíz de  la crisis económica, la cual esta desplazando la labor humana con computarización—robots. A medida que los trabajadores son desocupados, las corporaciones no pueden vender sus productos a gente quien ahora no tiene dinero—y el sistema capitalista hunde más en el hoyo de crisis.

Los capitalistas no van a pagar por trabajadores que no van a emplear. Por eso exigen que las personas se sometan a un programa de “austeridad”, recortes en la educación, los sueldos, las pensiones y los servicios gubernamentales.

La amenaza del fascismo abierto crece a diario.

Al mismo tiempo, la crisis de la oligarquía está sentando las bases por la unidad de clase. Los trabajadores de todos los estratos sociales están siendo hundidos en una pobreza común y son expulsados del sistema, independientemente de su color, sexo o nacionalidad.

La gente esta manifestando su descontento con los demócratas y republicanos—y con el sistema mismo.

Menos gente voto en estas elecciones presidenciales que el 2008. Cerca de 90 millones no votaron. El voto para el creciente Partido Verde, un partido del 99 por ciento, casi doblo.

Para sobrevivir y prosperar, debemos unirnos en torno a las demandas de la gente, que el sistema económico esta destruyendo. Y lo que se precisa y exige es una sociedad que garantice las necesidades de vida a todos, sin importar su capacidad de pago.

La mayoría, sin importar nuestro color, sexo o nacionalidad, tenemos una sola identidad principal—somos la clase obrera. Y tenemos un enemigo común: la oligarquía y su sistema capitalista.

Ya es ahora de declarar nuestra independencia política de la oligarquía y su sistema de dos partidos y construyamos nuestro propio partido, uno que luche por una sociedad democrática y cooperativa, libre de pobreza y desigualdad.

Aprendamos esa lección de las elecciones presidenciales de 2012.

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