Desde principios de los años 70, los oligarcas capitalistas a la cabeza de las corporaciones más grandes del mundo han cambiado considerablemente la esencia de la economía mundial.
Después de dos guerras mundiales que hicieron que los capitalistas de una nación se enfrentaran a los de otra, ellos derribaron su sistema de mercados nacionales y coloniales protegidos (tal como sucedió en el caso del Imperio Británico).
Al dejar sus colonias en manos de las élites locales corporativas, ellos empezaron a derribar las tarifas arancelarias y a ampliar sus corporaciones en todo el mundo. Una gran cantidad de bienes baratos de los países dominantes inundó los mercados de sus ex colonias, lo que dio origen a la destrucción de las manufacturas locales.
En años recientes, las oligarquías del mundo han apresurado el proceso –obligando a millones de personas a “tomar el camino”, a medida que se destruyen sus medios de sustento.
México y Centroamérica representan un buen ejemplo. Mediante el uso de los acuerdos de libre comercio NAFTA y CAFTA, los capitalistas globales han puesto fin a los antiguos aranceles que protegían a los agricultores latinoamericanos.
Esto les ha permitido inundar los mercados latinoamericanos con maíz barato norteamericano en menoscabo de los agricultores locales, lo cual los ha obligado a emigrar en busca de trabajo.
Pero mientras los oligarcas locales han eliminado las barreras al comercio global, no lo han hecho en el caso de la inmigración global. Al mantener esas barreras –y aún fortalecerlas- ellos maximizan sus ganancias y obtienen más tiempo en cuanto al surgimiento de las próximas revueltas.
La militarización de las fronteras con muros, alambre de púas y puestos de control de seguridad —y por consiguiente, transformando inmigrantes honestos y arduos trabajadores en “ilegales”— los capitalistas mundiales aplican su estrategia de “dividir y conquistar”. Las fronteras animan a los trabajadores a luchar entre sí con base en la nacionalidad. Y esto impulsa la disminución de los salarios hasta que casi se somete a los trabajadores del mundo a la esclavitud.
Para poder hacer frente a esta ofensiva capitalista, los trabajadores del mundo primero deben comprender que ahora somos una clase global y que debemos unirnos en torno a nuestro propio interés, no el de los oligarcas.
Afortunadamente, esto ya está en marcha. La sublevación del 99 por ciento ha sido local y global al mismo tiempo, desde el Medio Oriente hasta Europa y el propio Estados Unidos –donde el trato justo a los inmigrantes es un objetivo establecido claramente.
Cuando el movimiento “Ocupar” se propagó a lo largo de los Estados Unidos, la gente en más de 100 países llevó a cabo diversas manifestaciones como muestra de solidaridad. Casi se podían escuchar suspirando aliviados, diciendo “¡Finalmente, los estadounidenses se están poniendo firmes y defendiéndose!”
Trabajadores del mundo, únanse.