La crisis económica: Es más que codicia o corrupción

“Si usted dice una gran mentira y la sigue repitiendo, la gente eventualmente llegará a creerla. La mentira sólo puede mantenerse durante el tiempo que el Estado pueda proteger a las personas de las consecuencias políticas, económicas y/o militares de la mentira . Por tanto, se convierte de vital importancia para el Estado utilizar todos sus poderes para reprimir la disidencia, porque la verdad es el enemigo mortal de la mentira, y por extensión, la verdad es el mayor enemigo del Estado.” Joseph Goebbels (1897-1945, Ministro de Propaganda de Hitler).

Si el señor Goebbels dobla las campanas para despertar la conciencia del pueblo es porque el Estado y los medios corporativos ya no pueden “proteger a la gente de las consecuencias políticas, económicas y/o militares de la mentira.” La mentira o la red de mentiras que ha conducido al pueblo estadounidense a creer que el capitalismo corporativo es el mejor de todos los mundos posibles está comenzando a desmoronarse. El movimiento para Ocupar Wall Street es sólo un ejemplo dramático de este despertar y la creciente indignación que la gente siente hacia su situación económica y los líderes políticos.

El último suspiro del control de las corporaciones es el intento de proteger a la naturaleza crítica de la crisis económica echándole la culpa a la avaricia y la corrupción. En sus palabras no hay nada malo con el sistema – lo que pasa es que ha sido mal manejado y puede ser corregido por gente no corrompida y menos codiciosa.

El sistema capitalista funciona de acuerdo con sus leyes y ninguna ley política puede cambiar una ley económica. El sistema capitalista se basa en la producción y el intercambio de valor. El valor es producido por el trabajo. La producción derivada del trabajo es intercambiada por dinero, que es la medida del valor de la producción.

La diferencia entre el costo de la producción de la fuerza de trabajo y la cantidad de valor que crea la fuerza de trabajo es la ganancia. Nuestra sociedad en su conjunto, la producción y el intercambio — todas nuestras instituciones sociales, políticas y legales están en torno a, o derivan de esta realidad.

Estamos profundamente en una revolución económica (producción electrónica), que está acabando con el valor, ya que elimina la mano de obra. Puesto que la producción sin menos mano de obra cada vez más está siendo intercambiada conforme al valor, ¿cómo vamos adquirir las necesidades básicas? Nuestra sociedad y todas sus instituciones están cada vez más fuera de sintonía con sus bases económicas cambiantes. La revolución económica está produciendo una gran revolución social. La primera etapa es la destrucción, paso a paso, del orden existente para dar paso a lo nuevo. Si alguien duda de esta realidad, vean a las fábricas cerradas, a los desempleados, a las casas abandonadas y a las familias techo. Vean a la polarización entre la riqueza y la pobreza, y sobre todo veán el despertar de la conciencia social del pueblo estadounidense.

El problema que enfrentamos es revolucionario. Estamos en una coyuntura histórica en nuestro sendero. O nos hundimos en una especie de feudalismo electrónico como siervos ante los señores corporativos, o construimos un nuevo mundo de paz y libertad. El primer paso es parar de creer que únicamente estámos en contra de la podredumbre y la corrupción actual y visualizar qué tipo de un mundo nuevo podemos construir con estos medios de producción nuevos y maravillosos. La gran respuesta generada por el movimiento para Ocupar Wall Street indica el enorme potencial revolucionario del pueblo. ¿Podemos nosotros, los revolucionarios añadir el ingrediente intelectual para desarrollar la protesta a un cambio? ¡Este futuro depende de nosotros!

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