Se están demoliendo las zonas residenciales

Wall Street se beneficia de la destrucción de los hogares de la clase obrera

En diversas ciudades de toda la región del “Cinturón de Óxido” se están derribando las casas de la clase obrera – en Búfalo, Pittsburgh, Youngstown, Cleveland y Detroit. Se están utilizando casi $2,000 millones de fondos federales para arrasar con las viviendas que han quedado vacías a raíz de la crisis económica.

Una generación atrás, el Cinturón de Óxido – la zona industrial del medio oeste – era el centro neurálgico de las manufacturas estadounidenses, especialmente en el campo del acero y los automóviles. Los obreros en esta zona presentaban la tasa salarial más alta del país, un poder adquisitivo que utilizaron para adquirir y mantener sus hogares con mucho orgullo.

Actualmente, la cantidad de viviendas vacías y abandonadas en Detroit, para citar un ejemplo, ha alcanzado unas 80,000 y la Ciudad de los Motores podría representar una temerosa visualización del futuro urbano de los Estados Unidos.

El alcalde David Bing ha dado su palabra que durante su primer período electoral arrasará con 10,000 casas. A ello hay que sumar las casi13,000 viviendas que se habían tumbado antes de que Bing asumiera el cargo.

Actualmente, en Detroit se observa que cuadra tras cuadra ha regresado a ser un prado, con faisanes, gallos de bosque y uno que otro coyote.

Aproximadamente el 80 por ciento de las casas de la zona residencial de Recovery Park, que antes era muy vibrante, ya han desaparecido – casi 2,000 acres.

Muchas de las casas demolidas no se podían reparar. Sin embargo, los propietarios de la clase obrera no fueron los causantes de esto. Al computarizar la producción, disminuir los sueldos, las prestaciones y beneficios, y trasladar las plantas en sitios fuera de esta área, las empresas automotrices han reducido la población de Detroit a la mitad.

Ahora le ha llegado el turno a Wall Street de darle un golpe a Detroit, ya que los grandes bancos están ejecutando las hipotecas de los propietarios de la clase obrera que se tambalean debido al colapso económico. Tal como lo explicó un activista de Michigan “Es una guerra de clases sobre esteroides”.

Los encargados de la planificación en las ciudades del mundo están observando qué es lo que resulta de todo esto.

UN RÉCORD EN LAS EJECUCIONES HIPOTECARIAS

A menos que la gente se mantenga firme como lo hicieron en Wisconsin, es muy poco probable que las cosas mejoren pronto. Con un exceso de viviendas que ya están en el mercado, los analistas temen que habrá una recesión doble en los bienes raíces.

Además de los dos millones de viviendas que están a la venta en todo el país, existe un “inventario oculto” de igual proporción de hogares que van a ejecutarse hipotecariamente o cuyo valor es menos de la mitad del total de su hipoteca – y cuyos propietarios probablemente se marchen.

Añada la cantidad récord de ejecuciones hipotecarias que se esperan para este año y usted comprenderá por qué algunas analistas consideran que los precios de las viviendas nuevamente están “cayendo a un precipicio” – y aún así se está expulsando a más gente a las calles.

Esto no tuvo que suceder así.  Para mantener a las personas en sus hogares, la administración de Obama prometió varios miles de millones de dólares en ayuda a las hipotecas – aunque no eran los cientos de miles de millones utilizados para los préstamos de rescate otorgados a los bancos y las empresas automotrices, era una suma importante de dinero.

A la fecha, se ha visto muy poco de ese dinero. No se han gastado estas decenas de miles de millones de dólares, pero se ha rechazado a cientos de miles de propietarios de viviendas. El programa para ayudar a las personas desempleadas con los pagos de las hipotecas ni siquiera está aceptando solicitudes.

“BIENES TÓXICOS”

Es difícil no concluir que la verdadera política de Obama sobre las viviendas no es rescatar a los propietarios de éstas, sino demoler una buena parte de las viviendas de la nación. La presente administración ya ha asignado hasta $2,000 millones para ese trabajo, lo cual afecta a Detroit y a otras ciudades.

Hay rumores de que el gobierno federal está considerando esto para un total de hasta 50 ciudades, casi todas en el Cinturón de Óxido.

Si bien se está haciendo referencia a esto como una “estabilización de las zonas residenciales”, es muy probable que sólo se trate de una “cortina de humo”.

En vez de ello, aparentemente, este es otro regalo a los bancos. Al demoler las casas en vez de repararlas, se reduce el “exceso” de las mismas, con lo cual se impulsa el aumento de los precios y, en parte, se saca a los bancos del hueco que ellos mismos cavaron con los préstamos de alto riesgo.

Un experto en finanzas de Wall Street escribió lo siguiente en el Washington Post: “Debemos sacar estos bienes tóxicos de los libros de los bancos”.

En las ciudades en las que se están demoliendo miles de viviendas, se habla mucho de convertir las cuadras

vacías en zonas verdes y hasta en granjas.

A la fecha, esto sólo ha quedado en palabras. En una historia sobre Detroit, el National Post de Canadá comentó que “cualquiera puede hacer conjeturas sobre qué reemplazará a estos vecindarios. Pero ello podría redefinir la forma en que las ciudades de todo el mundo aborda la desgracia urbana y el éxodo de los residentes”.

Lo que ello significa es que si los miembros de la clase obrera de los Estados Unidos desean una vida urbana decente en su futuro, es mejor que velen por que sean ellos, y no los bancos ni las corporaciones, los que supervisen la reconstrucción de las ciudades.

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