Los acontecimientos que el mundo está presenciando actualmente en las calles de Túnez, Argelia, Jordania, Yemen y Egipto señalan un giro fundamental en el cambio revolucionario que está arrastrando al mundo árabe.
La revolución tunecina tuvo éxito en la expulsión de un dictador que contaba con el respaldo de la oligarquía estadounidense. Días después, estalló la revolución egipcia, la cual amenaza los intereses imperiales en la región, tanto de los Estados Unidos como de su aliado, Israel.
Los acontecimientos revolucionarios en Túnez y en Egipto han sido encabezados por la juventud, que ha sufrido las consecuencias de la globalización bajo el capitalismo — falta de libertades civiles y de expresión, carencia de puestos de empleo, falta de servicios de atención a la salud y de seguridad social, alimentos insuficientes y ¡sin un futuro!
La represión, que ha recibido el apoyo de los Estados Unidos, ha sido un ingrediente esencial para controlar las protestas contra las políticas que han profundizado la inmensa brecha existente entre ricos y pobres.
El ingenio de la juventud se refleja en su uso de Internet para organizer protestas que han sorprendido a la oligarquía de los Estados Unidos y sus aliados, los cuales han apoyado a los dictadores para que estén al servicio de los intereses de los capitalistas globales.
No podemos predecir el rumbo de los cambios revolucionarios que se generarán en estos países. A corto plazo, los mismos podrían desviarse debido a otra adaptación dentro del capitalismo global.
Pero aunado a lo que también ha estado sucediendo en el Medio Oriente; es decir la guerra en Irak, Afganistán y Somalia, al igual que el fraccionamiento en Sudán, la crisis en
Líbano y el deterioro de la situación entre Irán y los Estados Unidos, no es difícil observar que los pueblos de esa región se están resistiendo a la explotación del capitalismo global — al igual que lo están haciendo otros pueblos alrededor del mundo.
A medida que luchamos contra el capitalismo aquí en nuestro país, extendemos nuestra mano y apoyamos al pueblo tunecino y al egipcio. Después de todo, los capitalistas son nuestro enemigo común.