El ‘sueño americano’ ha desaparecido

En tanto los precios de las viviendas se desploman, la oligarquía financiera está obligando a millones a dejar sus hogares

Desde que inició la crisis económica, los precios de las viviendas se han desplomado. Los propietarios que pertenecen a la clase obrera han perdido la enorme cantidad de $9 trillones debido a este deterioro en los precios. Ello representa casi dos tercios de la plusvalía que habían acumulado durante años de pagos de sus hipotecas.

Las personas de todos los niveles económicos han sufrido estas pérdidas. Sin embargo, no es ningún secreto que la parte más dura se la han llevado los más pobres, entre ellos los inmigrantes.

Ahora se presentan las señales de alerta de la segunda etapa de la caída de precios de las viviendas. Los analistas predicen otra baja de entre un 10 y un 20 por ciento. Con ello, los precios bajarían aproximadamente a la mitad de lo que costaban las viviendas antes que surgiera la crisis, con lo cual se reducirá aún más la plusvalía que se había ganado con tanto esfuerzo.

Mientras tanto, los cinco bancos más grandes de los Estados Unidos se están disputando los fondos de cobertura, el fondo común de inversiones de los muy ricos. Estos bancos están luchando para ver cuál de ellos se verá obligado a asumir la pérdida más pequeña de $1 trillón al final de la caída del sector de vivienda. Es muy probable que los bancos transfieran hasta esta pérdida a los contribuyentes que pertenecen a la clase obrera.

Los $9 trillones en pérdidas ni siquiera comienzan a describir la confusión, la ansiedad y el sufrimiento de los propietarios de viviendas de la clase obrera. Casi seis millones de familias están atrasadas con el pago de sus hipotecas o los bancos ya las están ejecutando.

Ello representa más del 10 por ciento de todas las familias que tienen hipotecas, una cantidad que aumentará aún más a medida que se siga reduciendo el valor de las viviendas. El resto de las familias se pregunta si la pérdida del empleo o una emergencia médica – o bien, la deportación – les permitirá ser los siguientes.

Una de cada cuatro familias que están pagando hipotecas se encuentran “bajo el agua” – término utilizado para describir una situación en la que la hipoteca es mayor que el valor de la propia vivienda.

Los bancos están creando las reglas sobre la marcha. La primera medida, y la más importante, es que los bancos continuarán siendo ricos y poderosos. Para ello, están dispuestos a todo.

Los financieros están haciendo este esfuerzo “bipartidista”. Para decepción de muchas personas, el presidente Obama se ha unido a este esfuerzo. Juntos están aunando los núcleos de los partidos Demócrata y Republicano para supervisar una destrucción paso a paso del sueño americano.

Al mismo tiempo, los cinco grandes bancos están debatiendo cuánto deberá ser la prima cuando se adquiera una vivienda: ¿Un 20 o un 30 por ciento? Estos bancos controlan más de la mitad de las hipotecas en los Estados Unidos. Antes de la crisis económica, no había necesidad de pagar una prima o ésta era muy baja.

Muchos propietarios de viviendas que pertenecen a la clase obrera en los Estados Unidos no lo están tolerando. Algunos están enviando por correo las llaves de sus casas y desistiendo de sus hipotecas. Otros están ocupando sus hogares sin efectuar más pagos a sus hipotecas. Y otros más están permanenteabriendo y habitando viviendas que los bancos han dejado vacías. Pero estas acciones no son coordinadas ni unidas.

Antes de navidad, diversos abogados, en representación de los propietarios de viviendas, expusieron algunos métodos ilegales que utilizaron los bancos cuando ejecutaron las hipotecas de familias de la clase obrera. La indignación de la gente fue tan grande que los miembros del Congreso hicieron un llamado a la imposición de una moratoria a las ejecuciones. Pero ahora esas voces guardan silencio.

Este es el panorama completo. Se ha destruido la plusvalía de los hogares de la clase obrera. Los bancos están obligando a millones de personas a dejar sus viviendas. Los esfuerzos en Washington para cambiar esta situación se reducen a pura palabrería. Juntos, Wall Street y Washington están abandonando los programas que han apoyado la adquisición de viviendas por parte de la clase obrera.

La versión del sueño americano según el viejo régimen ha desaparecido. Ya ha empezado una lucha para definir el nuevo régimen y un nuevo sueño americano. Y la lucha es entre los oligarcas y el pueblo, entre los capitalistas y la clase obrera. Al menos eso no ha cambiado.

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